Capítulo 45: sobre estima

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Baltazar y el ya vieron a su jefe ajustando el nudo de su corbata. Ese traje azul cobalto ajustado en cada musculo de su  cuerpo y las largas piernas. El perfil definido y armonioso que no representa para nada su personalidad desafiante y dependiente.

—¿llamaras a aran antes de ir?

—no, sé que está en el hospital a esta hora. Si lo llamo se negara a verme.

—si llegas también puede negarse—contestó elyan alzando sus manos.

—amor...—baltazar sonrió pero nervioso.

—no en serio, y puede que te encuentres con algo inesperado... ¿Quieres que te ayude o que te corra?

Roma paso el último botón de su manga, acomodo los gemelos y sonrió doblando el cuello para ver a su hermano y ya no su reflejo.

—con suerte puede que nos corramos juntos —levantó las mans y luego barrio su cabello y lo soltó hacia el frente, como si su peinado estuviera integrado en el traje.

—son igual de cerdos los dos —dijo baltazar riendo, se refería a su novio y su jefe, no cabe duda de esto sobre las bromas con doble sentido incluso a veces el humor negro-quizás se hereda - blanqueo los ojos.

Su jefe se despidió y él también, se subió a su auto para que el secretario lo lleve al hospital, baltazar podía sentir los nervios de su jefe y esperaba por el bien de su estabilidad mental que esto no fuera una mala idea, un auto negro detrás de ellos también los seguía de cerca pero solo uno de sus hombres y baltazar, se bajaron con Roma cuando llegaron al hospital.

La enfermera que los atendió, vio al alfa y aunque cada vez que lo ve es más atractivo, su mirada despectiva hizo que a Roma le diera una sensación de tensión increíble por todo el cuerpo. Los chismes corren rápido y había mucho personal que los conoce en esa habitación cuando Roma rechazo a aran.

—el doctor esta en una cirugía por el momento.

—Es urgente, podría por favor esperarlo.

Baltazar fue cordial y educado, miró a la mujer con cara de "ayúdame o me matara".

La mujer suspiro pesado vio hacia el pasillo y espetó cabreada.

—pueden esperarlo si quieren, su oficina esta libre.

Mintió, la oficina no estaba libre, Sebastián dormía su descanso en la camilla dentro de la oficina así que fue más bien una mala intención intrínseca.

Roma agradecío con una extraña humildad, dio la vuelta y fue hasta la oficina cruzando por los pasillos.

La puerta de la oficina estaba junta pero no cerrada por copleto, roma empujó y vio que todo dentro estaba apagado, encendió la luz. La cortina que separaba la camilla de revisión del resto de la oficina estaba cerrada 6 no se preocupo de abrirla, más bien, paso directo a revisar con cuidado las pertenencias.

Ya había estado cientos de veces en ese lugar, pero siempre su atención se concentro en aran, ahora que veía, había pequeños recuerdos, fotos de la niña, muchos lápices diferentes y cajones con llave. Tenía un libro que siempre traía en su mochila desde que era muy joven, de las páginas salían michas esquinas de papel, algunas marcando el número de una página y otras eran fotografías. Ojeo lentamente cada página que contenía una foto y eran muchas fotos casuales del alfa cuando era más joven. Alguna de cuando recién se conocieron y otras del tiempo que se volvieron cercanos.

El sonido metálico de los anillos de la cortina rechinaron al ser deslizada con fuerza.

—pensé que tarda... ¿Quién eres? —Sebastián se sentó en la orilla de la cama, acomodo su bata y despejó su rostro. Sintió el sonido de paso pero al principio no despertaba completamente, ahora solo se levantó de golpe.

The Bite of the Gray WolfWhere stories live. Discover now