|Capítulo 9: Gran Torneo de Liafer|

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Su mirada era distante, perdida

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Su mirada era distante, perdida. Me observó con una indiferencia que atravesó mi alma con ferocidad. Era como si esperara encontrar respuestas el horizonte y no en sus manos manchadas de sangre.

 Era como si esperara encontrar respuestas el horizonte y no en sus manos manchadas de sangre

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Sede del Gran Torneo en Lirëal, Liafer. Reino de Liafer.

Conforme el astro rey se deslizaba en el horizonte, tiñendo el vasto éter con tonalidades purpúreas, los primeros destellos de estrellas comenzaron a puntuarse en él. Ello marcó el inicio de un evento trascendental en la sede del Gran Torneo de Liafer: la ceremonia de presentación en honor a las distintas razas del Na'Farko.

En eso, las multitudes convergían hacia la majestuosa arena.

Cerca del campo, en las gradas, Thyskol se encontraba acompañado de Prassette y Kaer, que habían viajado para brindar su apoyo a Syoxi. Al llegar junto a ellos, el corazón de la Daivat disímil se llenó de una inmensa gratitud. La sorpresa, en medio de la efervescencia del evento, fue un regalo inesperado del General Aethe —cuyo el costo del viaje fue sufragado por este mismo—, lo que le arrancó una sonrisa radiante.

Conforme el espectáculo se desarrollaba, se sumergieron en la experiencia, dejándose llevar por las risas contagiosas y los aplausos ensordecedores que resonaban en el ambiente.

Con un nudo de emociones en la garganta, la joven Daivat se despidió de sus amigos tras agitar la diestra en el aire una vez que se anunció el inicio del evento principal.

Ambos ascendieron a paso firme por las amplias escaleras en espiral que conducían hacia los palcos internos en los muros. La única luz provenía de luminarias mágicas distribuidas en el angosto pasillo, el cual guiaba inexorablemente hacia una sala al final del mismo.

Cuando el General deslizó la puerta de phazite, ella no tuvo miedo al ingresar. Sin embargo, sus palmas sudaron tras ser el objetivo de las miradas frías y distantes de los participantes presentes. En donde, cabía destacar, no era la única mujer, pero sí la más joven y menuda, lo que parecía despertar cierto escepticismo en estos.

—Nos veremos al finalizar, ¿bien? —La voz de Aethe rompió el silencio tenso, sacando a Syoxi de sus pensamientos.

—¿Qué? —La sorpresa se reflejó en los ojos de la Daivat mientras se giraba hacia el General—. ¿Por qué no te quedas conmigo?

|La Flor de Vorxeis|Where stories live. Discover now