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Con la cabeza gacha y el corazón sumido en tristeza, cada paso que dio parecía un peso añadido a su alma ya agobiada. Cada huella en el suelo era una marca imborrable de la desolación que sentía en su interior. Su mente estaba atormentada por recuerdos dolorosos que se resistían a desaparecer,  fue a la salida donde tomó un taxi, para ir a un hotel cerca de la terminal de transporte.

— Satoru…— susurraba a la vez que sintió que su pecho dolía.

Hacía meses que había vivido una relación llena de amor y promesas, pero todo se desmoronó cuando esa persona se fue con otro. Aunque con el tiempo había logrado sanar heridas superficiales, lo que más le afectaba era la traición que experimentó. Ver a alguien a quien quería elegir a otra persona le había dejado cicatrices emocionales profundas.

El temor a volver a enamorarse y a enfrentar el mismo dolor lo atormentaba constantemente. Había aprendido a reprimir sus sentimientos, a esconder su vulnerabilidad, pero eso solo engañaba a su corazón, el órgano más fiel testigo de su sufrimiento. Se había convertido en un prisionero de sus propios miedos, y la herida en su corazón seguía abierta, recordándole que el amor podía ser tan bello como cruel.

Unos minutos después, el taxi se detuvo delante del hotel, Suguru visiblemente agotado por el viaje, sacó su billetera mientras el taxista esperaba el pago. Con gestos rápidos y precisos, extrajo el dinero necesario, incluyendo la propina, y lo entregó al conductor antes de recoger sus pertenencias del asiento trasero.

Con su maleta en mano, Suguru cruzó la acera hasta la entrada del hotel, donde una mujer en la recepción lo recibió con amabilidad.

— ¿Cuántos días va a ocupar el piso, señor? — inquirió la mujer con profesionalismo.

«¿Señor?, ¿acaso me veo tan viejo?», pensó él, pero decidió no comentar al respecto.

— solo por un día…— respondió con un suspiro que denotaba su agotamiento.

La recepcionista asintió y consultó en su computadora.

— muy bien, el valor sería unos 207.000. pesos.

— bien — sonrió y sacó de su billetera el efectivo — tomé señorita.

Ella le devolvió una sonrisa amigable y le entregó las llaves de la habitación.

— Sería el tercer piso — informó con cortesía.

«genial, lo que me faltaba», suspiró sin ganas.

— gracias.

— un gusto.

Con paso lento y cansado, avanzó por el pasillo en dirección a las escaleras. Cada paso era un esfuerzo y sentía el peso de la fatiga en sus piernas, al llegar al pie de las escaleras, miró hacia arriba, contemplando la larga ascensión que le esperaba. Su intención inicial era subir por ahí, pero la fatiga le ganaba y se dio cuenta de que no tenía la energía suficiente.

Finalmente, decidió tomar la decisión de utilizar el ascensor, se acercó a la puerta, presionó el botón correspondiente y esperó pacientemente a que las puertas se abrieran, el sonido del ascensor en movimiento era reconfortante, y pudo sentir cómo se elevaba poco a poco hacia su destino.

Después de un breve viaje en ascensor, finalmente llegó a su piso. Salió y se dirigió hacia la puerta, con cuidado y tranquilidad, giró la llave en la cerradura abriendo totalmente, encendió la luz a su lado, llenando la habitación con una luz suave y cálida. La sensación de familiaridad y comodidad lo envolvió, por último, dejó su pequeña maleta junto a la entrada.

— tengo hambre… — murmuró.

Tomó la maleta y la colocó sobre la cama para sacar ropa, cuando tuvo las prendas seleccionadas, las dispuso sobre la cama con esmero, organizando su atuendo para la noche. Sus manos se movían con destreza mientras doblaba los pantalones y colgaba la camisa en el gancho de ropa. Todo estaba listo para el cambio.

Reunion Of Hearts || SatoSuguWhere stories live. Discover now