Tōma (5)

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Caminó por los alrededores de la Fortaleza sintiendo el viento húmedo y frío contra su rostro. La Fortaleza de los Hightower contaba de una enorme edificación de piedra negra.

La Casa Hightower era una de las casas más antiguas de Poniente y contaba con un vasallo de la Casa Tyrell. La torre era un enorme Faro de piedra blanca con una llama en la punta.

Lucerys se intrigaba por los castillos antiguos y sus hermosas historias trágicas, de solo de vista se veía los muchos secretos que una Fortaleza así resguardaba, lo que llevo al príncipe salir del encierro de su habitación para ir a explorar a sus alrededores. La edificación era a simple vista histórica y misteriosa, le hacía olvidar lo que era ahora de su nueva vida.

Aemond lo dejó en su habitación minutos después de que dejaron su equipaje. Lucerys aguardo en el dormitorio hasta que su esposo llegará, tal vez había ido al encuentro con su hermano menor Daeron. Pero esa idea se estaba esfumando a la tardía del príncipe Aemond.

Él simplemente lo dejo allí. Por su cuenta. En un lugar desconocido, con personas que podían odiarlo, sin importarle que Lucerys se sintiera incómodo y extrañará a su familia.

A su marido simplemente no le importaba.

Lucerys se estremeció ante su propio pensamiento. Su corazón latía cada vez más rápido y sentía la ira brotar en su pecho. Cerró los ojos, mientras se frotaba sus sienes, sin saber que hacer. Notó una tristeza repentina en su estómago, como si hubiera un puñal dándole vueltas en su interior.

—No puedo hacer esto —murmuró.

Estaba concentrado en el dolor que se presentaba en la cabeza que no oyó la persona que se había acercado.

—La casa Hightower cuenta con su propia espada valyria ancestral. —La voz fue como un murmullo del viento, pero que lo hizo sobresaltar del susto.

La risa del señor de Antigua era afable, como si estuviera alegre, le hizo una reverencia con la cabeza en reconocimiento.

—Príncipe Lucerys.

Lucerys asintió en reverencia, porque después de todo, estaba en su Fortaleza. —Señor Hobert Hightower.

Hobert sonrió.

—Estoy emocionado por tener alguien de la familia real en mi Casa.

Un poco de mentira no le hacía daño a nadie.

—Es un honor estar aquí, especialmente, con una casa que ha sido leal desde hace muchos años. Ustedes han sido valerosos aliados de la casa Targaryen y yo estoy agradecido por su bondad.

—Eres muy cortés, príncipe. Queremos seguir manteniendo la paz entre ambas familias. Todos tenemos intereses en común.

Hobert sonrió y Lucerys hizo lo mismo, su vista bajó por unas escaleras de piedra, al otro extremo, de lo poco que alcanzaba a mirar, había un jardín privado de la Fortaleza. El señor de Antigua miró a la misma dirección que el príncipe Lucerys, y se detuvo a su lado. Él lo miró con una mirada curiosa y desconfiada.

—Sígame, príncipe Lucerys —dijo cortés—. Las lluvias han dejado los escalones algo resbalosos, permítame guiar al esposo de mi sobrino.

Lucerys tomó un momento para meditar sobre la oferta. ¿Sería acaso una trampa? ¿O simplemente una manera de ganarse su confianza? Sin tiempo para meditar, tomó la decisión de confiar en el señor de Antigua y lo siguió hacia el jardín.

El lugar era una maravilla. Plantas de colores vivos y brazos entrelazados con frutas de un rojo y naranja, brillante como el propio sol, colgando de cada rama. En el centro de todo, había un inmenso estanque en el que se podía encontrar flores de todos los colores y pequeños animales marinos.

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