Capítulo 1

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El restaurante de la avenida está a rebosar. Es la primera vez que el cuerpo de bomberos apenas cabe en el restaurante y han sido relegados a una mesa cerca de la puerta de la cocina, donde camareros entran y salen sin parar. Están tan cerca que, si no fuese por el ajetreo, podrían oír cómo el aceite hirviendo fríe las croquetas y las sartenes se separan de los fogones para emplatar, antes de volver a su sitio segundos después.

—¡George, pásame una servilleta! —grita Riley para hacerse oír por encima del jaleo del restaurante.

George detiene la conversación con sus compañeros, Tim y Clare, para pasarle un par de servilletas a Riley. Ella suspira con alivio, odia tener las manos sucias de grasa de hamburguesa. En realidad, odia estar sucia en general, pero si es grasa, peor todavía.

—¿Estás mejor, rarita? —pregunta Benedict, teniente del cuerpo de bomberos y mejor amigo de Riley.

—Mucho mejor. Qué aceitosa y grasienta la encuentro hoy —dice ella señalando los restos de hamburguesa que hay en su plato.

Ben frunce el ceño y se acerca un poco más, al parecer, es casi imposible mantener una conversación sin alzar la voz.

—¡Que está más grasienta de lo normal! —repite ella.

Él sacude la cabeza antes de golpearla cariñosamente en el hombro.

—Te das cuenta de la ironía, ¿no?

Riley se encoge de hombros mientras observa la expresión divertida de su amigo.

—Eres bombera Riley, te pasas el día entre escombros, ceniza y polvo.

—Sí, pero no es aceite —repone ella limpiándose las manos concienzudamente.

Ben es el típico hombre al que le darías la portada de míster diciembre. Rostro armónico, hombros anchos, brazos fuertes y la altura suficiente como para que tengas que mirar hacia arriba si quieres encontrarte con sus ojos verdes... Todo un adonis. Lástima que a Riley no le importe lo más mínimo.

Justo cuando termina de limpiarse con la servilleta y antes de que Ben pueda seguir molestándola, una morena, alta, esbelta y con un precioso vestido negro, pasa por su lado y le dedica una sonrisa.

Riley la observa e inclina un poco la cabeza hacia un lado antes de dedicarle una sonrisa torcida. Ahora sí estamos hablando. La morena sigue su camino hacia el interior de la cocina y Riley la sigue con la mirada hasta que desaparece tras la puerta. Por un instante se pregunta qué hace en la cocina, pues es evidente que no es camarera.

—¿Has visto qué miradita?,¿la has visto a ella?,¿te miraba a ti o a mí?

—Para no verla. Y... por favor, Ben, no seas panoli. Me miraba a mí, estoy convencida.

Resopla.

—Yo no lo creo, listilla. ¿Cómo te va a mirar a ti estando yo a tu lado?

—Venga, David de Miguel Ángel, deja de beber ya que se te ha subido la cervecita, eh...

Por un momento Riley baraja la posibilidad de que haya sido a él a quién ella miraba, pero no, descarta rápidamente la idea. No es que sea competencia para Ben, pues no compiten en la misma liga, pero hasta ella sabe que es atractiva. Su corta melena rubia suele atraer a las mujeres y el contraste entre su rostro angelical y su protectora y ruda actitud también suele suponer un plus, por no hablar de su físico, entrenado y atlético.

—¡Eh! ¡Escuchadme todos! Voy a hacer un bridis —exclama, levantándose el capitán del cuerpo de bomberos, Thomas. En la mesa las conversaciones se detienen y todos dirigen la mirada hacia el capitán, un hombre de cincuenta y cuatro años, con el rostro ligeramente arrugado y mirada misteriosa. Riley traga saliva un tanto incómoda, consciente de lo que viene a continuación —Riley Jacobs, tu labor estos últimos dos años ha sido impecable, trabajas y entrenas más duro que nadie y has salvado incontables vidas a lo largo de tu carrera, así que no puedo más que decir que estoy orgulloso de que estés en mi equipo y de haber participado en tu formación hasta llegar hasta aquí. Enhorabuena por tu ascenso a subcapitana, Jacobs. Estoy seguro de que harás un gran trabajo y que me encantará tenerte como segunda al mando. ¡Por Riley!

Law and Fire - Leyes y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora