Capítulo 11

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Tres días es lo que ha tardado Riley en poder retirar las cosas de Thomas y meterlas en una gran caja de cartón. Ha dedicado la mayor parte de la mañana a hacerlo y no se avergüenza al admitir que ha llorado un par de veces durante el proceso. Riley siente que durante ese tiempo ha vuelto a conectar con él, incluso diría que le ha llegado a conocer mejor pues al ir revisando sus pertenencias, se ha dado cuenta de que era un hombre especialmente sensible a quién le gustaba atesorar los logros de su equipo y los recuerdos juntos. Nunca antes lo había comentado. Repartidas por la oficina ha encontrado fotos con el equipo, fotos con su familia, fechas de ascensos, certificados de medallas de reconocimiento firmadas por él y entregadas a Benedict, o a ella misma, por ejemplo.

Se deja caer en la silla ojeando las fotos. Se ven tan felices.

Thomas no sonreía demasiado durante los turnos, siempre estaba extremadamente concentrado, pero cuando salían... Thomas dejaba colgada la chaqueta de capitán en el perchero y todos podían relajarse junto a él. Riley sujeta entre sus manos la foto que tomaron en el bar la noche de su ascenso a subcapitana, momentos antes de que todo se torciese con el incendio. Thomas, sentado al fondo, como cabeza de mesa, sonríe ampliamente alzando la copa.

–Era un buen hombre... –susurra Riley pasando sus dedos por encima de la foto.

Sacude la cabeza y deja todas las fotografías, excepto esa, dentro de la caja.

Mira a su alrededor de nuevo. El despacho está ahora desangelado, soso y vacío. Tiene que darle un toque personal. No ha traído suficientes cosas en la bolsa de rafia, pero lo suficiente como para que no parezca que han desvalijado la habitación.

Saca una plantita que Ben le regaló hará un par de meses y la deja en la primera balda de la estantería de madera, justo detrás del escritorio. Rebusca en la bolsa hasta sacar la foto del cuerpo de bomberos que tenía enmarcada en casa y posteriormente la coloca a unos cuantos centímetros de la planta. Por último, coge un par de libros autobiográficos sobre bomberos que prestaron servicio en la ciudad y coloca la foto con Thomas recostada sobre los lomos.

Riley vuelve al centro del despacho para mirar la estética y asiente.

–¡Ah! Se me olvidaba.

Vuelve a la bolsita y saca una pequeña escultura dorada. Es la balanza de la justicia, perfectamente equilibrada por dos pequeños detalles personalizados: un corazón sobre el que se apoya un casco de bomberos y un mazo con otro corazón. Es el regalo que Rachel encargó en cuanto Riley le confirmó que había obtenido el puesto.

Debate unos instantes sobre donde ponerlo, si lo coloca en la balda superior, quedará bien y es un buen detalle, pero ella solo lo verá cuando entre al despacho, no mientras trabaja. Si lo coloca en la balda inferior la estética conseguida se ve perjudicada. La decisión final es sobre la mesa, cerca de la esquina derecha.

Respira profundamente y sonríe satisfecha. Es la primera capitana de la estación 18 y hará todo lo que esté en su mano para que su equipo se enorgullezca de ella, incluido Thomas.

Antes de sentarse Riley saca el móvil del bolsillo trasero de su pantalón y le hace una foto al despacho, que le envía a Rachel.

Un par de golpes en la puerta sobresaltan a Riley.

–Adelante.

–Capitana, debería venir –recomienda Kate nada más entrar –hay... necesitamos a otra mujer en esto y...

–Escúpelo Kate, no balbucees.

–No he asistido un parto en mi vida y no quiere que la ayude nadie que no sea mujer.

–¿Un parto? ¿De qué estás hablando? –pregunta Riley saliendo del despacho.

–Ha venido a la estación, se ha puesto de parto y no sabía dónde ir.

Law and Fire - Leyes y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora