Capítulo 8

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El cuerpo de bomberos se ha refugiado tras el funeral en la azotea de la estación. Algunos son incapaces de levantar cabeza y lloran silenciosamente mientras reciben el apoyo de sus compañeros, otros beben y ríen intentando olvidar, y Ben, Alex y Riley, se mantienen en silencio, mientras beben cerveza.

–Es una situación tan jodida... –murmura Ben sacudiendo la cabeza.

Riley asiente mirando al horizonte. Por su cabeza pasan infinidad de momentos que ha vivido con Thomas. Él ha sido su mentor los últimos seis años, la persona a la que más ha admirado en toda su vida y ahora... ahora es tan solo un recuerdo.

–Y su mujer y sus hijos... –añade Alex. Riley le mira con los ojos entrecerrados por meter el dedo en la llaga.

–Podría habernos pasado a cualquiera de nosotros.

–Cierto, Riley, podría haber sido yo quién hubiese muerto hoy.

–O yo –añade Alex.

–Me siento terriblemente culpable. Mientras todos estabais al pie del cañón yo estaba cerca del camión, con la radio en la mano, sufriendo como nunca antes he sufrido, pero igualmente estaba segura, estaba en un sitio seguro.

Alex la rodea con el brazo y la atrae hacia sí.

–Te necesitábamos ahí Riley. Habéis hecho un buen trabajo.

Ella niega con la cabeza.

–Insistí en entrar, ¿sabéis? Quise ir a ayudar y me lo impidió.

Ben suelta una carcajada que hace que tanto Riley como Alex le miren con perplejidad.

–Era tan típico de él. Lo siento, pero nada de esto es culpa tuya y no hay forma de que hubieses podido evitarlo. El capitán era así. Prefería tomar todos los riesgos.

Una sonrisa débil se dibuja en el rostro de Riley. Ben tiene razón. Su ética del deber y su instinto eran inigualables.

–¿Crees que te nombrarán capitana o asignarán a un externo? –pregunta Alex antes de tomar otro sorbo de su cerveza.

–No quiero hablar de eso ahora –tan sólo el pensar en aceptar el puesto se le hace cuesta arriba. Riley no sabe lo que va a ocurrir, pero no se siente a la altura. Thomas fue un gran capitán y ahora mismo, a tan sólo unas horas de su muerte, pensar en ascender a su puesto es como una traición.

–Hablemos pues de lo que la morenaza y tú os traéis entre manos –propone Ben.

–No jodas tío –responde Riley.

–No, no jodas tú, ahora mismo estamos rodeados de personas deprimidas, de tristeza y duelo, pero nosotros tenemos la gran suerte de poder hablar de otra cosa. Algo que puede hacer que nuestro cerebro desconecte un poco de lo que hemos vivido hoy ¿nos vas a negar esa posibilidad?

Riley mira a los ojos tanto a Ben como a Alex. Ambos lucen cansados, incluso diría que parecen mayores que esta mañana y a pesar de llevar unas cuantas cervezas encima, ni tan siquiera el alcohol es capaz de disimular la agonía que sienten por dentro.

Suspira.

–Está bien. ¿Qué queréis saber?

–¿Desde cuándo estáis...? –pregunta Alex. La emoción se refleja en sus ojos durante un instante.

–No sé ni cómo responder a eso. Si te refieres a cuándo empezamos a quedar... Poco después de lo del restaurante.

–¿Y os habéis...? –pregunta Ben sin terminar la frase.

–Si vais a preguntar sobre mi vida privada, hacedlo como adultos por amor de Dios.

–Sexo, Riley. Solo quería ser respetuoso.

Law and Fire - Leyes y FuegoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora