Capítulo 9

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Ha pasado una semana desde la muerte de Thomas, semana en la que Riley ha sido la capitana en funciones.

En cuanto suena la alarma la apaga de un manotazo y se levanta de un salto dispuesta a dar lo mejor de sí misma un día más, pero Rachel alarga sus brazos aun con los ojos entrecerrados atrapándola, estirándola y haciéndola caer sobre la cama.

–No te vayas... Estaba tan calentita contigo aquí a mi lado... –susurra Rachel a su oído.

A Riley se le escapa una risita mientras Rachel la arropa entre sus brazos.

–No, no. Quieta. Hoy es un día importante, ¿recuerdas? –dice sujetando sus manos, que ya empezaban a viajar por su cintura.

Riley gira la cabeza para encontrarse mirando frente a frente a su morena de ojos marrones. Resistir la tentación es tremendamente complicado.

–¿Qué crees que te dirán?

–No lo sé.

–¿Qué quieres que te digan? –pregunta Rachel acariciando la piel del abdomen de Riley.

–¿Crees que soy mala persona si confieso que quiero ser capitana?

Rachel niega con la cabeza antes de darle un beso en la punta de la nariz.

–No creo que seas mala persona en absoluto.

La bombera se incorpora y abraza sus rodillas antes de resoplar.

–No puedo evitar sentirme culpable. Siempre he querido ser capitana, es para lo que estoy trabajando, para lo que llevo años esforzándome, pero sé que no debería de serlo todavía, a Thomas le quedaban un par de años antes de retirarse y... siento que estoy usurpando su puesto –deja caer la cabeza entre sus rodillas.

Rachel vuelve a rodear a Riley con sus brazos de forma cariñosa.

–Es normal que una parte de ti dude, pero no dejes que se adueñe de ti. Como bien has dicho, has trabajado cada día desde hace seis años para conseguir esto.

–Tienes razón.

–¿Y sabes? Creo que la única forma en la que puedes honrar a Thomas es haciendo un gran trabajo, que es para lo que te formó. Llevas una semana contándome anécdotas, vivencias y cosas que has aprendido de él. Será bonito que alguien a quién él quería y ha formado, coja el testigo, coja su legado.

Riley se pierde en la mirada de Rachel, en sus palabras, y no es ni tan siquiera consciente de que está llorando. Rachel retira la lágrima que corre por su mejilla con su pulgar.

–Gracias, nena. Eres un sol.

–De nada, rubia –responde la abogada con una amplia sonrisa dibujada en los labios.

A pesar de las protestas de Rachel, Riley se escabulle fuera de la cama y corre hacia la ducha. En veinte minutos está completamente vestida, tiene la mochila preparada y el batido de proteínas en la mano.

–Cierra bien al salir. ¡Luego te llamo! –se despide antes de cerrar y correr hacia la estación.

Mientras camina y el frío va calando en sus huesos, Riley piensa en cómo ha cambiado su vida durante la última semana. Thomas no está y su presencia es algo que echa en falta todos los días. Es una extraña sensación la de sentir que sigue tan presente. Casi todos los días tiene la tentación de ir a buscarle o la necesidad de preguntarle algo. Los primeros días esto la dejaba trastocada, sintiendo un vacío en el estómago. Con el paso del tiempo y empezando ya la segunda semana en el cargo sin Thomas, el curso de sus pensamientos ha empezado a cambiar. Sigue sintiéndolo cerca, pero su primer impulso ya no es ir a buscarle, sino preguntarse qué haría él en circunstancias similares.

Law and Fire - Leyes y FuegoWhere stories live. Discover now