Capítulo 57. Juanjo

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Me despierto y miro la habitación, los recuerdos de la noche anterior vuelven a mi pensamiento. Miro a mi lado y ahí está ella, durmiendo como un bebé, plácidamente. Su camiseta subida por encima de su estómago, me deja ver la goma de su ropa interior.

Solo con mirarla, mi amiga ya se puso firme. Suavemente, mis dedos la acarician la barriga, veo una leve sonrisa, lo que me dice que ya está despierta, o por lo menos intentando despertar.

Le beso el ombligo, lo que ella aprovecha, para poner sus manos en mi cabeza y jugar con mi pelo. Le subo la camiseta, dejando sus pechos libres, para mi gozo.

Ella misma, se deshace de la ropa de dormir, yo me encargo de que sus bragas, desaparezcan a su vez. Sus manos caminan por mi cintura, y con sonrisa de niña buena, me los quita, dejando a su amiguita libre para jugar.

Beso su cuerpo, voy subiendo hasta llegar a su boca, mis labios se colocan sobre los de ella, los abre ligeramente, como si fuera tímida. Mi lengua busca la suya, entrando en su boca con brusquedad.

-Te eche de menos, morena -la digo con los labios pegados, sus piernas me rodean apretando mi cuerpo y mi polla hacia ella -no quieres jugar? -niega con la cabeza.

Entro en ella sin contemplaciones, sus dedos aprietan mi bíceps fuertemente. Gime sin ningún pudor, lo que hace que se me ponga más dura. Como anhelaba estar así con ella. Su olor, su sabor...

Entre su respiración acelerada y su cuerpo tenso, sé que falta poco para que llegue al clímax.

-Quiero escucharte cuando llegues, nena -le susurro al oído -házmelo saber.

Mis manos, la tienen agarrada por las muñecas, que las tiene por encima de su cabeza, su cara frente a la mía, mirándonos a los ojos, mientras bailamos el mejor baile del mundo.

Arquea la espalda, cierra sus preciosos ojos y levanta sus pechos, lo que me los deja a mano, para morder uno suavemente y escucho un gemido casi un grito.

-Cariño -me dice abriendo los ojos, miro y sonrío -Juanjo... -bombeo más fuerte -ahhhh Ju..juanjo -cuando termina de decir mi nombre, mi sémen la inunda en su interior, sigo diciendo, que llegar al orgasmo a la vez, es increíble, le suelto despacio las manos y me rodea el cuello, bajándome la cabeza hasta juntar nuestros labios otra vez -te quiero, mi amor.

La miro y está llorando, pero esta vez no es de tristeza, si no de alegría. A partir de ahora, somos ella y yo. Seguimos abrazados, no dejamos de mover nuestros cuerpos, yo tardo un poco más que ella, pero tenemos un segundo orgasmo, sin dejar de mirarnos.

No puedo dejar de mirarla, no quiero que esto sea un puto sueño y que no sea la realidad.

Me pongo a su lado, nos tapamos con la sábana y quedamos abrazados, sin hablar durante un rato.

Me mira sonriendo, pasa una mano por mi pelo y me acaricia la mejilla.

-¿Crees que podrás pedir un bis a bis, cuando te lleven a la cárcel, por estrellarte contra un muro municipal? -me dice riéndose.

-No voy a ir a chirona por eso, hoy hablaré con el abogado -le digo cogiendo el móvil.

-El agente que me atendió en la comisaria, me dijo que hoy tendrías un juicio rápido, ¿que significa? -me pregunta con curiosidad.

-Para estos casos, como me pasó a mí -me encojo de hombros, anoche hice el ridículo -cambiemos de tema.

-Vale, mi delincuente -dice dándome un beso y saliendo rápido de la cama, entra al baño de la habitación y se mete en la ducha.

Tengo un montón de mensajes del grupo, estoy seguro que Fernando ya les contó a todos, mi aventura de anoche, vieja cotilla... oigo el agua correr, por el reflejo del armario veo la silueta de Mónica, vuelvo a ponerme duro.

Despacio entro en el baño, abro la mampara y me pego a ella todo lo que puedo, para que note lo duro que estoy.

-Vas a ver, lo delincuente que soy -ella pega su espalda a mi pecho, levanta la cabeza y sonríe, le doy una nalgada en su culo y veo como sus ojos brillan, le gusta y eso me satisface muchísimo -me vuelves loco, en todos los aspectos, morena.

Su cuerpo reacciona a mis caricias, sus pezones están tiesos y duros, mi mano baja hasta su vagina, está húmeda y no es precisamente por el agua de la ducha. Con la otra mano le acaricio el culo, me gusta que sea tan perceptiva, como se deja hacer, sería una sumisa perfecta. Ese pensamiento, hace que mi amiga siga creciendo, ella la nota.

-Por favor Juanjo -me pide, casi rogando.

-Quiero que te dobles, apoyes las manos en la pared y te relajes -dicho y echo, mi polla sigue pegada a ella y esta posición la pone más tonta -¿tengo permiso? -le digo poniendo un dedo en su entrada trasera, vacila un poco, pero asiente con la cabeza -voy a ir con cuidado, si te hago daño, dime que pare, entendido? -asiente, no puedo pedirle que hable, porque está tan excitada que no puede.

Agarro por la base mi polla, la pongo en su entrada, empujo suave, ella echa su cabeza hacia atrás, sigo con el siguiente empujón, siempre suave, siempre con delicadeza, porque es lo que ella se merece.

Gime, me paro esperando alguna otra reacción, pero lo poco que veo de su cara, podéis creerme, que no es de dolor.

-¿Sigo? -le pregunto, mientras acaricio su espalda, asiente -bien cariño -un empujón, entro más en ella, no dejo de tocar su cuerpo, para no hacerla daño, tiene que estar relajada -falta poco mi amor, falta poco -sonrío al ver como mueve la cabeza asintiendo.

Con mi último empuje, estoy totalmente dentro de ella, me siento tan bien, una de mis manos, pasea hasta su clítoris, lo que le hace gemir más fuerte.

-Cuando me digas, me muevo, no quiero hacerte daño, necesito saber que estás bien -le susurro en el oído.

-Muévete por favor, muévete -obedezco a la dueña de mi corazón -me gusta Juanjo, me gusta tenerte dentro.

Mis dedos aceleran su masaje en el clítoris, bombeo despacio, no puedo arriesgarme a dañarla.

-Es... -intenta decirme algo, sonrío al ver su cara de placer -nunca pensé que esto fuera así, tan excitante...

Su misma agitación, no la deja seguir. Cuando se va a correr, sus manos buscan las mías y las aprieta, cuando se va relajando, va soltando poco a poco. Dos estocadas más, y la vuelvo a llenar con mi néctar. Me echo para atrás, pero ella no me deja. Mueve su cadera lentamente, está disfrutando de cada momento.

-Voy a salir de ti, cariño -despacio voy sacándola, aunque ella sigue insistiendo en echar para atrás su culo y no dejarme -no seas mala, o te llevarás un castigo -salgo de ella y mis dedos le cogen los pezones y los pellizco, ella gime como una loca, se da la vuelta y nos comemos la boca, como si hiciera años que no nos vemos.

Aprovecho tenerla en esa posición y la cojo en brazos, para sacarla de la ducha, queda quieta, mientras la envuelvo en la toalla, le doy otra pequeña para la cabeza. Yo mismo, me coloco una alrededor de la cintura.

Entre bromas y risas, nos vestimos. En la cocina, mientras tomamos un café, abro los mensajes. La miro riendo y le enseño el grupo. Las carcajadas que hecha, deben de haberla escuchado, en el país de al lado.

Tengo un mensaje, del que se supone que es mi abogado, que dice que a las dos de la tarde, es el juicio por mi detención. Se lo digo a Mónica, que lee el mensaje también.

-Yo te acompañaré, y si quieres, te llevo de la manita a la penitenciaría, para que no te sientas mal -dice en tono burlón.

-Sigue con esas bromas -mi dedo índice, le acaricia el brazo de arriba abajo, la miro a los ojos -me voy a vengar de ti, te voy a castigar duramente.

Se levanta del taburete, se acerca a mi oído, me da un beso en la oreja, mordisquea el lóbulo.

-Estoy deseando que llegue ese castigo -me susurra con una voz sexy y matadora.

Simplemente túWhere stories live. Discover now