Capítulo 70. Mónica

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Me duele la cabeza, me llevo la mano a la frente y me noto un vendaje. Abro los ojos y recuerdo lo último que escuché. Me levanto de la camilla y me encuentro la mirada de mi madre y de Amelia.

-Donde te crees que vas? -pregunta mi señora madre, sin decir nada, me vuelvo a echar, sin dejar de mirarlas -eso está mejor, señorita. Te has dado un golpe en la cabeza, cariño.

-Juanjo... -con lágrimas en los ojos miro a su madre.

-No terminaste de escuchar lo que dijo el médico -me acaricia la cabeza y sonríe -tuvo una sobredosis, Marge se la produjo con todas las drogas que le administró. Se está recuperando, ahora necesita mucho descanso -me guiña el ojo -y mucho cariño -me hace un gesto, para que mire a la cama de al lado y le veo, mi corazón empieza a palpitar a mil por hora -hemos pedido, que os pongan juntos.

Espero a que unan las camas y estiro mi mano, para agarrar la suya. Pido una manta, tengo frío y quiero dormir. En ningún momento, le suelto. Ya es mío.

Mi madre me acomoda la almohada y me coloco de manera, que me quedo mirando a Juanjo. Se despiden de mí, cualquier cosa puedo llamar a las enfermeras. Nuestros padres entran y se despiden de mí.

Sigo sin soltarle la mano, las enfermeras intentaron separarme de él, pero les fue imposible. Petrov y Fernando entran a vernos, para decirme que se van a casa a descansar, que mañana vuelven todos.

-No quieres saber lo que ocurrió con... -niego antes de que nombre a satanás, Fernando deja de hablar y me sonríe -mañana es el juicio, cuando acabe vengo a daros las buenas noticias -asiento, estoy cansada y me vuelvo hacia Juanjo.

Salen de la habitación, apagando la luz y dejando el cuarto en las tinieblas, la luz de la luna que entra por la ventana, es suficiente para mirarle. Y con su preciosa cara, me dejo dormir.

Noto caricias en mi brazo, sonrío. No abro los ojos, sigo durmiendo plácidamente, pero con una sensación de paz, que hacía mucho que no tenía. Vuelven las caricias.

-Mi preciosa mujer, no quiere despertar -oigo decir, es la voz de Juanjo. Como lo echaba de menos. Me doy cuenta de que estoy en el hospital y abro los ojos mirando hacia su cama. Sonrío al verlo despierto y con muy buen aspecto. Estira su mano libre y me acaricia la mejilla -en algún momento, sería bueno que me soltaras la mano, se me está cortando la circulación.

Me río y le pido perdón.

-¿Como te encuentras? -le pregunto.

-Estoy cansado, pero el médico que vino hace un momento, dice que es normal, hasta que elimine todas las sustancias de mi cuerpo -limpia mis lágrimas -estoy bien cariño, mírame -asiento sin dejar de llorar -estamos juntos.

Entran dos enfermeras que ponen fin a nuestra conversación. Se me acercan y me miran el golpe de la cabeza.

-Ya estoy mejor, ¿me puedo levantar? -las dos chicas asienten y dicen que en breve vendrán a quitarme la vía y darme el informe, me puedo ir vistiendo, para irme a mi casa -de eso nada, yo de aquí no salgo, si no es con él.

No tardan mucho en venir y quitarme la aguja del brazo. Me han hecho analíticas, a simple vista no tengo nada, el desmayo fue por los nervios del momento y lo acontecido. No obstante, al día siguiente, tengo cita para hablar con el médico.

Juanjo, si va todo bien, se irá al día siguiente. Me doy una ducha rápida y me visto con mi ropa. Cuando salgo del baño, me encuentro entrando a Fernando.

-Hola abogado -le digo saludándole con dos besos -pensaba que ibas a estar en el juzgado, ¿ha pasado algo? -pregunto mirando a Juanjo.

-Nada chicos -se va hacia su amigo y lo saludo -bienvenido a la vida, chaval. Te veo bien.

Simplemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora