Capítulo 6 "Sentimientos encontrados"

34 7 7
                                    

Me duele, me duele en el alma no ceder a ese abrazo que necesité por años, nunca me había hecho tanta falta como ayer, la noche fue oscura y tormentosa.
       
Su regreso sólo traerá dolor, eso lo sé desde que la vi.
       
Corro hacia mi cuarto y cierro la puerta con pestillo, ni siquiera lágrimas me salen. Fue mucho lo que lloré a lo largo de todos estos años, cada día de mi vida.
       
El día de las madres cuando todos mis amigos tenían a quien regalarle yo la esperaba como una ingenua pensando que en algún momento llegaría a mi lado.
       
 
Desgraciadamente para todos la vida no es color de rosa, ella se encargó de arrebatarme a mi madre y de la peor manera, no tuve una madre que me enseñará el valor de la amistad, o como sentirme en situaciones donde debo controlar la ira o el enojo, no tuve una madre que me regañara cuando hacía travesuras, tampoco tuve una que me cuidara cuando enfermaba o que me felicitara cuando sacaba buenas notas, no la tuve cuando decidí escoger mi carrera, tampoco la tuve cuando me gradué vestida de blanco con diploma de oro anciando esa mirada de aprobación y orgullo. Ni siquiera llamaba, pero esa fue se peor decisión.

La vida me enseñó la parte mala del amor de madre, una suerte incompleta diría que me tocó porque no la tuve a ella, pero, sí un padre que me enseñó todo lo que ella no quiso. Y por eso le agradezco a dios porque cuando te quita algo es porque te lo dará el doble.

Decido salir de mi cuarto tras dos horas meditando todo con calma y cabeza fría.

—¡Mónica! —la nombro ofuscada—, no pienses que todo está olvidado, por el contrario la herida está abierta y latiendo desbocadamente como si le hubieran tirado sal —digo alto y claro para que me entienda y  pongo mi mejor máscara de seriedad.

—Camila, cielo porfavor ¡Perdóname! No sabes cuanto me arrepiento de no haber estado para ti.

—Ese es tú problema que sólo piensas en ti, nunca te hemos importado —asevero calmadamente.
       
—No digas eso, sabes que no es cierto.

—Pero que parte de la historia no sabes, ¿acaso tuviste un accidente y perdiste la memoria? Crees que a mi se me olvidó  que te fuiste porque ¡según tú! no querías está vida para ti. ¿Quién mierda le dice eso a su marido teniendo dos hijas pequeñas? ¿¡Explícame coño!? Tenías que haberlo pensado mejor antes de preñarte, ¿no sabías lo que era un  maldito condón? ¡¿Quien trae dos hijos al mundo y luego los abandona?!
       
¡Explícame madre!  Pienso para mi misma.
       
Cansada de esta situación de mierda le paso por al lado pero antes de llegar a la puerta me agarra de brazo, su tacto es suave pero a la vez me quema.
       
Junta su cuerpo con el mío en un abrazo asfixiante, la trato de separar pero mi muro se está derrumbando.
                             
—Sueltame porfavor —sollozo sin poderme controlar, siento que  mi mente no reacciona—. No quiero que me toques ¡Sueltame! —la empujo suavemente, a pesar de todo no quiero hacerle daño, se ve que el peso de los años han caído en ella. Esta delgada y su pelo tiene rastros de canas salientes. Tiene grandes ojeras y parece débil.
       
— ¡Porfavor perdóname Camila! —exclama con el rostro bañado en lágrimas y se arrodilla frente a mí.
       
Enseguida la tomo por los hombros y la levanto.
       
—Mi padre me enseñó a no bajarle la cabeza a nadie y mucho menos arrodillarse.
       
—Merezco una muerte súbita y dolorosa.
       
—Yo te  perdono Mónica. No merezco cargar odio y rencor en mi corazón, pero vas a tener que conformarte con eso porque mi confianza no la tendrás...

No me deja terminar ya que se abalanza contra mi cuerpo y me abraza. Correspondo a su abrazo porque sinceramente la añoro, olvide su olor pero recuerdo su carisma.        
       
        
Una hora después y un poco más calmadas, estamos Claudia, Mónica  y yo sentadas en la sala.
       
—¿No me quisiste Madre? —interroga Claudia, siento como su voz va decayendo, como si fuera de esas personas que buscan que le mientan por  capricho o que le digan la verdad ppr respeto.             
         
—No digas eso cielo, las amé como no tienen idea.
       
—¡Hay por favor!  —intervengo aburrida ya de sus excusas —. Solo tengo algo que decirte Mónica, me voy del país y quiero que te mantengas alejada de mi hermana, no permitiré que la alejes de mi.
       
Quizá tenga un sentimiento de sobreprotección hacia ella, pero lo siento así, somos muy apegadas.      
                  
—Camila porfavor —niega Claudia con ojos llorosos  —dale una oportunidad.
       
—Lo siento —me levanto de la silla de golpe-, te perdono Mónica pero no te quiero cerca mio o de mi hermana, tuviste muchos años para venir y buscarnos, porque se que nuestro padre te hubiese permitido que nos vieras. Ambas sabemos que no era mala persona. Al contrario de ti.
       
—Niña —dice y da dos pasos hacia mi—. Tuve un sueño, la vos me dijo que me despidiera de ustedes, quizás me vaya antes de tiempo.
       
¡No lo puedo creer!, que mal le estoy haciendo a este mundo.   
                                                  
— ¡¿Vos?!, ¡Tenías que escuchar una maldita vos para acercarte a nosotras!, ¿ves porqué no la quiero cerca tuyo? —le pregunto a Claudia completamente iracunda.
       
—¡Porfavor Mónica vete!  —exclama Claudia.
       
Cariño déjenme explicarles, yo he estado desesperada todos estos días, llevo un mes sin dormir a causa de esta incertidumbre y vengo y ustedes me hechan de su vida como si no valiera nada.
       
—¡Te equivocas! —grita Claudia fuera de sí—. Tú nos abandonaste, crecimos sin el apoyo ni el amor de una madre. Nunca estuviste aquí y ahora te apareces porque un maldito sueño te está diciendo que tienes que pedir perdón a tus hijas. Pues que te perdone Dios porque está que ves aquí jamás lo hará —se señala así misma cua do termina la frase.
       
Me dirigo hacia la puerta y la abro.                  

—Arranca y pierdete con tus estúpidos sueños a otro lado, nosotras no te necesitamos, quien nos cuidó ya no está   pero no nos dejó desprotegidas. Nos enseño a cuidarnos de gente como tú.                         

Sale con el rabo entre las patas, ni siquiera lágrimas debe de tener ya, lo que no nace, no crece. 
                      
—Camila... — Claudia se abalanza contra mi cuerpo y la abrazo fuertemente.
       
—Siempre hemos superado los problemas juntas amor, y esta no será la excepción.
       
—Te amo, lo hago sin medidas porque siempre has estado ahí para mi cada que te necesito. Eres mi ángel  —logra articular. 
                                 
                               {•💖•}         
Claudia ya se encuentra mejor, programaron el juicio para dentro de seis meses, por suerte no me afecta en nada para la salida del país.
       
Me quedan tres días aquí, y los pienso pasar en familia.
             
—¿Estás preparada para volar?  —pregunta Claudia cuando entra a mi cuarto, estoy preparando la maleta, solo me llevo algunos recuerdos nada de ropa.  
—Sí, para lo que no estoy preparada es para dejarlas a ustedes.
       
—¡Ayyy!  —escuchamos a Avi gritar desde la sala.
       
Salimos corriendo del cuarto y el televisor y el ventilador están apagados. No hay que ser adivino para saber lo que ocurrió.
       
—Se fue la corriente tía —reclama bajandose del sofa y cortiendo hacia mis brazos, la levanto y le doy muchos besos en el rostro.                         

—¿Como que te habías olvidado ya de que estamos en apagones eh?   —le pregunto mientras le hago cosquillas—. Dile a Claudia que te lleve a jugar a la casa de Javi.
           
—Esta bien  —la bajo y sale cortiendo hacia la puerta.
             
                            (•💖•)           
       
—ATENCIÓNNN—llegan gritando todos  luego de que Claudia abriera la puerta  —te queda un día aquí y eso se festejaaa al fin ¡te vas!
       
Cualquiera pensaría que mis amigos no me quieren pero es todo lo contrario. Desean lo mejor para mi y eso es que me vaya.
       
—Te deseo muchas bendiciones  — Elena deja un sonoro beso en mi mejilla.
       
—Yo te traje un papel con mi pie marcado para que cuando vengas me traigas un par de zapatos —dice Alejandro y me da un papel doblado muy pequeño. Luego me abraza.
       
—¡Te quiero mucho hermosa!  —exclama Ernesto con la mirada perdida y me da un abrazo.
       
A las tres horas llegan  tía Sofía y Suli. Somos una familia muy pequeña.
       

Pasamos la noche entre risas y cuentos, está noche a sido una de las más lindas pero a la vez  también una de las más tristes de toda mi vida

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Pasamos la noche entre risas y cuentos, está noche a sido una de las más lindas pero a la vez  también una de las más tristes de toda mi vida. No se si me entienden.
       
El saber que hay personas que no volveras a ver dentro de mucho tiempo, y que son personas que te han llegado al corazón da cierto pesar.
       

  Si les ha gustado el capítulo no olviden decirmelo en los comentarios. Besoss 💖                       
       
   
                      

Mi enfermera favorita   (Borrador)Where stories live. Discover now