EL ARTE QUE PINTAMOS

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Maroon-Taylor Swift

17 de setiembre del 2014

Velas, pasteles, regalos.

Ese día era especial para Ayana. No porque fuese su cumpleaños. para ella el día de su cumpleaños, era un día cualquiera, pero lo que le hacía especial era que su familia se reunía para dar y abrir regalos-ella a pesar de ser su día, hacía pequeños lienzos con cada cosa que representaba a cada uno de sus familiare(su abuelo, padres y hermano)-pero también aprovechaban ese día para dejar aparcada esa dieta y comer aquellas cosas que tanto le gustaban. Su abuela cada año le preparaba su pastel favorito-el pastel de tres chocolates con un toqué de licor era su favorito y más si era su abuela quien lo hacía.

Cuando Ayana bajó a la planta de abrojo y entró en la sala de estar, su sonrisa aumentó, en cada paso que daba, toda la habitación estaba decorada con globos y en la chimenea había dos grandes globos con el número catorce. Ella se acercó a su hija emocionada, le dio un fuerte abrazó, para luego decirle;

-Felicidades mi niña.

-Gracias mami.

Ambas siguieron abrazadas, luego pocos segundos de separar Nona-la abuela de la cumpleañera-se acercó a ella para darle uno de sus achuchones, seguidamente fueron su padre y su hermano quienes se acercaron a ella para felicitarla. Ayana era feliz. Pero aún no sabía lo que le esperaba a lo largo del día. Miel se acercó a ella justo en el momento en que Ayana se comía felizmente una tostada con jamón y queso, el gatito la miraba mientras que de vez en cuando se iba relamiendo. Ella se echó a reír al ver tal escena, y sin que nadie los viese-o eso creyó ella-le dio un poquito de jamón. Pero fue entonces que se dio cuenta que si la habían pillado, miró a Nona y ambas se echaron a reír a carcajadas.

-Me recuerdas mucho a tu madre cuando era una niña-dijo con una amplia sonrisa.

-¿Mamá era igual de traviesa que yo?

Nana soltó una leve carcajada, antes de contestar.

-Lo era. Y tanto que lo era-se reía al recordar momentos de la infancia de su hija.

Ella se acercó a ellas, miró a su madre y luego a su hija, finalmente volvió a dirigir la mirada hacía su madre, para luego decirle:

-¿Qué barbaridades le estás contando ya a la niña, mamá?

Nona se alisó la camisa floreada que llevaba, seguidamente miró a su hija para responderle de manera divertida.

-Nada, solo le estaba contando a tu hija lo traviesa que eras de pequeña.

Ella empezó a reírse y pocos segundos después Ayana y Nona la siguieron. Minutos después justo en el momento que las tres empezaron a calmarse, la campanita -que tenían como timbre-empezó a sonar, Ayana felizmente fue dando saltitos. Al abrir la puerta se encontró con un Eyden sonriente y con un regalo en las manos. Ambos se sonrieron y fueron a dentro de la casa, donde allí se encontraron Roger y a Owen terminando de montar la mesa. Los dos niños fueron hacía ellos y terminaron de ayudarlos, después de que Eyden haya dejado el regalo de su mejor amiga junto a los de su familia. Una vez todo estaba en la mesa, ya se habían hecho la una y media del mediodía. Todos se sentaron a la mesa y empezaron a comer como locos. Hacía tiempo que no se reunían de esta forma, pero esta vez faltaban dos personas que nunca se perderían el cumpleaños de la pequeña. Estos son los padres de Eyden, pero por problemas familiares se tuvieron que ir esta misma mañana a la ciudad donde vivían los abuelos y familiares paternos de Eyden.

-Ella-la llamó Eyden-mamá está agradecida que me dejéis quedar estos días en vuestra casa.

-Tu mamá es una boba, ya le dije mil veces que no me molestaba que vinieras. Además, para nosotros eres uno más en la familia.

EL ARTE DE NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora