EL ARTE DE NUESTRAS VIDAS

Eyden

In the Stars-Benson Boone

Nunca imaginé que terminaría saliendo con Molly y tampoco imaginé que las cosas con Ayana terminasen de esa forma—ahora nuestra amistad depende de un hilo apunto de romperse—pero no todo es malo, a pesar de lo que paso seguimos siendo amigos—no los mismos de antes pero aun tenemos ese vínculo especial—en esos momentos estaba enfrente de la casa de Ayana, me dijo que fuera a buscarla para ir al pueblo donde allí nos esperaban nuestras chicas. Me sentía jodidamente feliz, era feliz. realmente feliz, después de casi un mes preocupado—o básicamente perdido y confuso—pudimos arreglarlo, ahora quedamos con nuestras parejas —o incluso estamos aprendido a hablar las cosas antes de cometer cualquier malentendido—salí de mis pensamientos cuando escuché la puerta de casa de mi pelirroja favorita abrirse, estaba preciosa con ese vestido rosa pastel de mangas tres cuartos.

Se acercó a mí con una amplia sonrisa. Sus pecas deslumbraban debajo la luz del sol, a pesar de que ser principios de agosto, no era de esos días tanto calor, Ayana se colocó su sombrero de paja y fue entonces que hablo, para decirme:

—¿Nos vamos? ––me preguntó con una radiante sonrisa.

Asentí con una brillante sonrisa.

—Claro, vámonos pequeñaja.

Ella fue directamente a mi vieja pick-up, se sentó en el asiento del copiloto y empezó a toquetear la radio hasta encontrar una buena emisora de música. Miles de recuerdos rondaron por mi cabeza, aun me acuerdo el primer día que obtuve esta vieja chatarra—apenas hace un año de eso—pero desde entonces han pasado mil cosas. Me subí en el coche y ella dejó de toquetear la radio ya que encontró aquella emisora que tantas veces habíamos puesto, la miré sonriendo para luego arrancar el coche e irnos al pueblo, donde hacía unos minutos deberíamos haber llegado. 

—Por fin habéis llegado, pensé que no vendrías—dijo Britney riendo. Le dio un beso suave a Ayana.

—No es mi problema que una personita tarde lo suyo en despertarse.

Molly y Britney se rieron, causando que la aludida las mirase con el ceño fruncido. Luego decidimos que era hora de ir a dar una vuelta por el pequeño y bonito pueblo de Mont Billow. Cogí la mano de mi novia, que contemplaba las distintas paraditas que habían montadas hoy en las calles, la gente paseaba con sus familias, los niños correteaban y reír al ser atrapados por su padre, los comerciantes sonriendo a los habitantes y turistas mientras vende sus productos. Ayana que iba cogida de la mano de su novia, se giró hacia nosotros para decirnos con emoción:

  —Podemos ir en esa paradita de allí? —señaló una paradita repleta de flores y frascos llenos de algún remedio casero.

Sonreí al verla tan emocionada, Britney la miró con una brillante sonrisa para luego asentir, nos acercamos en esa y Ayana empezó a mirarlo todo con su elegante sonrisa. Molly se acercó a mi y me entrego una de mis flores favoritas, la besé en los labios y fue entonces que Ayana se acercó entregándonos una flor amarilla a cada una, para luego decir:

—Para volver a ser aquellos niños que crecieron juntos.

—Siempre serás aquello que me hizo ver lo bueno de las cosas extraordinarias, eres esa flor que conservaría hasta los últimos días de mi vida.

Una escena, un lugar lleno de flores, comida y cositas de artesanía, hacían ver ese momento un tal especial y único; uno muy nuestro.  Segundos después me doy cuenta de que en el rabillo de mi flor hay un trozo de papel doblado muy pequeño, miró a la persona que me lo había dado, para luego desdoblarlo y leer en voz alta.

Para: Eyden
De: A.

He sido demasiado cobarde para hacer lo que sabía que era correcto, al igual que he sido demasiado cobarde para evitar hacer lo que sabía que era incorrecto. A veces uno hace lo que debe, y no lo que quiere.

Charles Dickens.

Leer esa frase me dio entender que cometer errores, es de persona imperfectas, que da igual cometer mil errores, de eso aprendemos, la miré a los ojos y sin decir palabra, supo lo agradecido que estoy de tenerla en mi vida; esa frase da miles de señales, tantos que hasta sería una lista eterna.  En ese instante me acorde de aquella lista, que años atrás empezó a escribir y no se me ocurrió nada más que gritarlo a los cuatro vientos.

—Me acordé de algo—miré a la pelirroja con una sonrisa—¿Te acuerdas de la lista de deseos? —dije sin más.

Ella asintió.

—Si, me acuerdo perfectamente.

—Pues... ¿Te gustaría que cumpliéramos cada uno de esos deseos, antes de una despedida?

¿Una despedida? No se si estoy listo para ello, pero creo que, para aprender a volar, necesitamos volar por separado, ya luego si en un futuro la vida quiere que nos reencontremos ya sería otra historia de la que deberíamos contar. Mamá me lo dijo...decirse un hasta luego y no ver a esa persona después de varios años, no significa que ese amor que le tengas se vaya para siempre, nuestro amor es eterno y por ello, no temo en marcharme, no temo en alejarme de la única persona que me supo amar.

—No quiero que quede en una despedida. No me gustan, prefiero los hasta luego, aunque sea un adiós.

Molly y Britney contemplaban aquella escena con nostalgia, ambas sabían que debíamos hacer lo correcto, aunque doliese, teníamos pensado un viaje o eso era lo que mi mente creía, pero ya sabía perfectamente que no se haría o al menos de la forma que alguna vez pensamos. Seguimos disfrutando de la tarde entre amores y amistades, pero a la hora de dejar atrás aquella chica después de un largo día de momentos bonitos con ella, me seguía doliendo como las primeras veces, Melody me cogió de la mano y dejamos atrás ese caminillo de arena y piedrecitas para ir a la otra casita rustica, esa casa que tantos momentos bonitos y especiales habitan, esa casa que dejaré atrás en algún momento, me aterraba la idea de dejar a mis padres e irme a ese lugar del cual me iba a encontrar a mi mismo, me dolió dejar ese pueblo que tanto me vio crecer y cometer tantos errores, pero el que también me vio enamórame y vivir momentos bonitos.

Pero no todo termina donde empecé.