1. EL MUNDO DE UNA

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Lisa

Cuando era pequeña casi nunca me gustaba la atención, todo en ella me generaba náuseas y me inquietaba, porque tenerla solo generaba comparaciones, había experimentado el rechazo de primera mano por parte de mi padre, me comparaba constantemente con mi hermana y parecía que todo lo que hiciera estuviera mal para él y dolía, por eso lo odiaba, porque él no entendía que aunque éramos gemelas nuestras actitudes tenían que ser muy distintas, pero eso es lo que a mi padre no le gustaba, según decía, Pranpriya era más fuerte y yo más débil, quizás era verdad, eso era lo que nos diferenciaba, es por eso que había implementado esa línea entre ella y yo, eligiéndola a ella siempre, ya estaba acostumbrada a ser su sombra.

Yo sabía que era diferente a ellos, mientras que Pranpriya era malcriada y algo narcisista, yo era un poco más despreocupada por esas cosas banales, éramos polos opuestos en personalidad, pero la apariencia era otra cosa, éramos gemelas y el parecido era increíblemente asombroso, tanto que asustaba, por suerte lo entendí a tiempo y tomé mis decisiones, para ahorrarme la comparación por el resto de mi vida, había elegido irme con mis abuelos a Tailandia, eso fue cuando tenía 11 años, después de darme cuenta de que no quería seguir siendo comparada con mi hermana, aunque yo era una niña, fue difícil irme, sobre todo porque no quería separarme de mi madre que era la única persona que me quería, pero vivir en Tailandia era mi refugio de todo lo que era, la gemela de Pranpriya, la otra Manobal.

Aunque había mantenido poco contacto con mi hermana y mi padre, ahora 9 años de estar lejos había decidido dejar de huir y afrontar el rechazo de mi padre y la comparación con ella, ya no era una niña y no dejaría que eso afectara mi vida más, aunque si soy sincera, había un motivo más fuerte que me hizo regresar, era mi madre, ella había sido diagnosticada con cáncer dos semanas atrás, un dolor suficientemente grande para regresar, aunque ella había insistido en que estaría bien, algo en mí tenía miedo, no quería permanecer lejos de ella, quería ser una hija buena por primera vez después de tanto tiempo.

Di un suspiro y tome mi mochila, baje del avión, miré a varias personas siendo recibidas por sus familiares, mire a mi padre tan serio como siempre, Prampriya cruzada de brazos y a mi madre, se veía tan emocionada como yo, sus ojos brillaron de alegría, corrí para abrazarla, la había extrañado tanto y me fue inevitable no soltar unas cuantas lágrimas.
Al separarnos me di cuenta de lo mucho que había cambiado, ahora se veía mayor, habían pasado meses desde la última vez que papá la dejó visitarme en Tailandia, me había perdido mucho con ella, sus ojos estaban cansados, sus labios pálidos, pude sentir mi corazón oprimirse.

—Siempre tan sentimental, Lalisa— dijo mi padre— dejen las cursilerías, tengo que ir a la oficina— volvió a hablar, me separé de mi madre y lo miré con seriedad

—Hola padre, también te extrañé — me miro serio

—Hola Lalisa, ¿cómo has estado hermana? — dijo Prampriya llegando a mi lado y sonriéndome, parecía que la situación le divertía

—Hola hermana, estoy muy bien — mi madre se separó de mí y caminó con mi padre.

Prampriya y yo los seguimos, pero no dijimos nada más, no tenía intención de hablarle mucho, podía ver que seguía siendo la misma de siempre, aunque éramos gemelas, justo ahora teníamos algunas características distintas, yo era un poco más alta y mi cabello había decidido teñirlo a un castaño, mientras que ella lo tenía en un negro corto y aspecto rudo, las dos teníamos un flequillo, a mí siempre me había gustado porque me hacía sentir segura, sonreí levemente al mirarla dándome cuenta de las similitudes y las muchas diferencias, creo que estaba bien, espero que eso no ocasione problemas, aunque por lo menos no tengo la misma actitud.

NO SOMOS IGUALES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora