dos.

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─Y... listo. ─pronunció al terminar.

Durante la mañana, había salido de casa para comprar algunas cosas en el centro comercial cercano a la calle donde vive. Aprovechando que su esposa trabaja hasta la tarde, tendría el tiempo a su favor para alistar las cosas que haría para darle la tremenda noticia.

Luego de charlar algunas cosas triviales con la pelinegra, acabó por convencerse de que tal vez sería un tanto complicado el que Danielle captara sus indirectas de que tendría un hijo.

Así que luego de haberle dado de cenar y besarle la mejilla, navegó por Internet buscando ideas sencillas de llevar a cabo, anotando las que estaban mucho más bonitas que otras. Elaboró una lista de materiales para conseguirlos al día siguiente.

Pagó al culminar su compra en una tienda de productos para bebés y se dirigió a otra donde vendían cosas de papelería antes de ingresar al pequeño local que regalaba cartones de aparatos electrónicos para hacer bromas, o en su caso, lograr que su esposa se diera cuenta de lo que crece en su interior.

Llegó a casa gracias a un taxi y se apresuró en ordenar la mesa para preparar la comida favorita de su esposa.

En ocasiones especiales, como su cumpleaños o una celebración de algún ascenso en el trabajo de oficinista, amaba pedirle tímidamente que cocinara junto a ella un guisado de pollo.

Y en esta ocasión decidió adelantarse, no sin antes envolver una caja de zapatos para bebés dejándola en la mesa, en ir a la cocina para tomar los ingredientes y encender la estufa como si estuviera a punto de competir en un programa de quién puede guisar mejor.

Escuchó la puerta abrirse justo al terminar de servir en platos la porción que comerían para iniciar.

─Dios, ¿qué estamos celebrando?─preguntó al quitarse los zapatos en la entrada.

Haerin se apresuró en lanzarse a los brazos de su esposa y besarle los labios con la emoción tomando el control. Se separó para sonreír.

─Nada, ¿ya no puedo cocinar la comida favorita de mi esposa sin una fecha en especial de por medio? ─fingió ofenderse.

─Claro que sí puedes, sólo que no lo esperaba tan repentinamente.

Luego de sentarla en la mesa torpemente, fue hacia la cocina para buscar algunos vasos de jugo de naranja que Danielle consiguió en el supermercado antes de volver a casa.

─Oye Haerin, ¿qué es esto? ─la voz confundida de la mayor llegó a sus oídos.

Sonrió en grande pero al instante se puso seria, debía actuar naturalmente para que funcione.

'Sólo sonríe' se dijo.

Encontró a su mujer en la mesa sosteniendo la cajita envuelta en papel rojizo con corazones estampados analizando qué podría contener, dejó los vasos sobre la madera sentándose.

─Es un regalo para ti ─habló con sinceridad.

─Vaya, no sé qué decirte ─dejó su tenedor a un lado para retirar el papel.

La menor presenció cómo cada capa de papel era rasgada con el fin de saber qué estaba debajo, y cuando el plástico de la caja se asomó tuvo que morder su labio inferior para no gritar.

─Oh ─soltó al observar los zapatitos azules.─Son hermosos.

─¿Verdad que sí? Seguro le quedarán perfectos a su dueño ─tocó su vientre esperando a que su esposa capte la finalidad del regalo.─Porque los escogí especialmente.

─Obviamente será así ─Danielle inhala aire antes de gritar y Haerin se prepara para ser abrazada fuertemente─. ¡Sunni!

Haerin parpadea repetidas veces al escuchar el nombre de la mascota de Danielle que pronto acude a su llamado. Ve cómo abraza al felino y entonces saca los zapatitos de bebé de la caja transparente para...¡ponérselos!

─No puede ser ─murmura.

Danielle termina de ajustar los cordones a las patitas del gato y lo deja irse a jugar con sus nuevos zapatos que ni siquiera eran suyos.

─Gracias rinnie, le quedaron hermosos como siempre ─agradeció continuando su cena.

La mencionada entierra el tenedor en una de las zanahorias que acompaña el guisado y se la come con desgano ignorando lo que su esposa le contaba.

unnie i'm pregnantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora