12 - Olvidado por la muerte

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Un mes atrás

Una vez más, Jack se encontraba flotando en absoluta oscuridad. Pero esta vez no había ninguna luz a la distancia ni la capacidad de ver sus propias manos; nada que le permitiera saber si seguía vivo. Hasta que de repente, su visión se cubrió de colores, tomando forma con lentitud.

"¿Estoy vivo?" pensó al distinguir sus manos sujetas a la maleza, como si intentara evitar salir volando. Con los ojos entrecerrados, miró a sus alrededores para ubicarse: se encontraba en Radavest, o eso creía. El lugar había sido reclamado por la naturaleza, a excepción de donde se encontraba la sustancia que lo había consumido aquel día; seca y carente de vida, completamente diferente a las imágenes que todavía rondaban en su mente de su último encuentro. En su centro, podía ver el hueco que su cuerpo había dejado, el pensamiento le revolvió el estómago.

"¿Cuánto tiempo pasé inconsciente dentro de esa cosa?" se preguntó al ver el estado de abandono que llevaba la ciudad. "¿Y por qué no estoy muerto?" Una fría brisa le hizo recordar qué hacía en aquel lugar: necesitaba el equipo médico. Dudando que fuera demasiado tarde, entró en el destartalado hospital y recorrió sus pasillos en silencio; no parecía ni que los infectados siguieran en aquel lugar.

Con los bolsillos llenos, partió hacia el oeste, guiado únicamente por la posición del sol, ya que una vez fuera de la ciudad, el escenario había cambiado tanto que le era imposible reconocer dónde se encontraba su base. La carretera se había perdido debajo de la maleza, y nuevas estructuras habían sido construidas y abandonadas a lo largo, lo cual hundía aún más sus esperanzas de volver a tiempo.

Eventualmente logró encontrar su camino de vuelta. A sorpresa de nadie, el lugar se veía igual de abandonado que el resto. Por dentro, el lugar se veía igual que como lo había dejado, solo que más sucio y silencioso. Los agujeros que él hizo en el suelo y la pared seguían ahí, pero sin cuerpos.

Arrastrando los pies, recorrió el resto de la base sin saber qué buscaba, dejándose empapar por la melancolía del momento y una extraña sensación de nostalgia.

En uno de los cuartos encontró los restos esqueléticos de una persona reposando la espalda sobre la pared, con un libro de tapa negra apoyado en su regazo. Estaba demasiado descompuesto como para distinguir a una persona específica, pero por los huesos se trataba de un hombre. El interior del libro leía:

« Jack, si estás leyendo esto, estoy muerto.


Como mi último deseo, no quiero que vivas pensando que mi muerte fue culpa de nadie más que mía. Todos los demás tomarán rumbo al norte. Dicen que un grupo de resistencia se está formando en las montañas de Velen. Por favor, alcánzalos y ayúdalos a sobrevivir, es lo que Gilbert hubiera querido. Es lo que yo quiero.


Jacob »


Con delicadeza, Jack volvió a dejar el libro sobre la cama y, con una leve reverencia, salió del cuarto y de la base. No tenía idea de cuánto tiempo habría pasado desde entonces. Por el nivel de descomposición y el crecimiento de las plantas, debía de ser más de un año, pero con todo lo que le había pasado, era difícil estar seguro de nada. De todas formas, tenía que intentar encontrarlos vivos o muertos, se los debía.

Sin más que la ropa que llevaba puesta y un pequeño bolso con provisiones, emprendió camino al norte.


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