13 - Dos sueños

8 2 0
                                    

A pesar de la helada llovizna matutina, Myra seguía sentándose en el marco de la ventana de su habitación. Era el lugar donde, cuando era pequeña, su padre solía contarle historias sobre la creación de la ciudad. Diciéndole que si en algún momento se sentía sola, se asomara, y mirara las miles de luces que iluminaban las calles como un pastel de cumpleaños, sabiendo que desde allí él la estaría observando. De eso ya habían pasado muchos años, pero ella se quedó con la costumbre.

Un par de golpecitos firmes sonaron en su puerta. Myra puso los ojos en blanco, pudiéndose imaginar de qué se trataba, pero de todas formas se levantó a abrir la puerta. Del otro lado, como siempre, el criado la recibió con una amable sonrisa.

-El hijo menor de los Hulemberg solicita hablar con usted. -Dijo el criado, bajando la mirada para ver los pies descalzos de Myra. -¿Le digo que no se encuentra disponible?

-Que entre. -Respondió ella decisiva pero sorprendida.

Minutos después, un mojado y ligeramente agitado Sone se mostró en su cuarto.

-¿No podías esperar a que parara de llover? Estás empapado. -le reprochó Myra lanzándole una toalla.

Sone la atajó, pero no demoró en comenzar a hablar, como si tratara de decir todo en una sola bocanada de aire:

-El maestro Esper no está indispuesto, está muerto. Lo encontraron después de poder limpiar la zona entintada en su casa del distrito Hamilton. El mismo día en que el maestro imperial tomó su lugar. ¿Por qué un maestro imperial se molestaría enseñándole a los de primero? También fue atacado y un peligroso criminal escapó.

-Está bien, está bien, lo entiendo. -Dijo ella intentando calmarlo. -¿Pero por qué haría todo eso para dar clases a un grupo de primero?

Sone terminó de secarse el pelo y bajó la mirada al suelo, pensativo.

-Mira, ¿por qué no le dejamos todo esto a tu padre? Y mientras tanto... tendremos cuidado. Eso es todo lo que podemos hacer.

Con un salto Myra se sentó sobre la cama. Sone, por otro lado, se sentó en el suelo, usando la cama como respaldo.

-Nunca me contaste por qué te uniste a las Harpias. -Dijo Myra intentando cambiar de tema. - Tu familia tiene tanto dinero que podrías haber vivido toda tu vida sin tener que arriesgarte de esta forma.

Con un súbito ataque de tos, Sone se volvió a cubrir la cabeza con la toalla, por más seco que estuviera el pelo, respondiendo con voz temblorosa:

-Solo pensé que sería emocionante. Ya sabes... pelear con alguna bestia salvaje. -Respondió mirándola de reojo, pero ella se observaba indiferente, con la mirada en el techo. -¿Y tú?

-Quiero ser alguien que las personas admiren y recuerden. Que mi historia se enseñe en las escuelas y los niños canten mitos sobre mis hazañas. - Respondió como si pensara en voz alta.

-Ya lo eres... -Susurró él de forma automática, pero enseguida se apuró para explicarse. -Ya sabes... al ser hija de una de las familias fundadoras... no creo que haya persona en todo el imperio que no te conozca.

Myra hizo una mueca, sin miedo de mostrar su frustración.

-Ni siquiera fui capaz de matar a uno... -Dijo ella con una mezcla de decepción y enojo. - Necesito hacerme con una filacteria, si quiero tener la más mínima oportunidad de ser alguien.

-Escuché a mi padre hablar sobre unas filacterias de equipamiento en la Isla de los Teros, pero una bestia marina rodea esos mares. -Myra pegó un salto en la cama y se quedó observándolo con ojos grandes. -¿No estarás pensando en...?

Providence [ESP]Where stories live. Discover now