CAPITULO: 1

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Rose

«Naces, vives y mueres…es el orden de las cosas».

Soy Rose Pierce y esta es la historia que me condenó a la muerte y amar perdidamente.

Hace más de cien años, nació la primera sacerdotisa llamada; Atenea una mujer realmente hermosa de la cual tanto hombres como mujeres habían quedado enamorados de ella, algunos cuentan que se convirtieron en sus amantes, sabrá los Dioses si aquello era verdad. Últimamente el ser humano tiende a mentir, engañar y sobre todo a besar a la oscuridad. 

Desde el nacimiento de la sacerdotisa Atenea, creó la orden sagrada con el propósito de albergar a todos aquellos nacimientos con su don y utilizarlo para un bien mayor. Al paso de los años, el cincuenta por ciento de los nacimientos eran niñas y con ayuda de los Dioses de la sacerdotisa se llegó a la conclusión de que nacerían mujeres con el don, por lo tanto, los hombres estaban totalmente descartados. 

Durante los diez años, nacieron quinientas sacerdotisas y luego los próximos veinte cinco años, el número seguía aumentando.

Atenea tuvo un sueño oscuro que hizo que cayera una inmensa paranoia en ella, su don se había vuelto contra ella, volviéndose loca y desconfiada. Nadie con exactitud supo cuál era ese sueño que la hizo perder la razón, pero a consecuencia de ello, Atenea ordeno arrebatar cada niña con su don de los brazos de sus padres, y criar a esas niñas en la orden sagrada. 

Por lo tanto, durante cada nacimiento, los monjes de la orden estuvieron vigilando con el ojo de los Dioses a cada mujer. Con los años siguientes, la orden arrebato de los brazos de sus padres a mil niñas nacidas con la marca lunar de Atenea, una marca que las hacia únicas y diferentes a cualquiera que naciera, todas las tenían en el mismo lugar; detrás del hombro. Con los años, la sacerdotisa entrenó exhaustivamente a cada mujer para convertirlas en su imagen y semejanza, pero en el transcurso de su paranoia nunca vio venir al hombre que clavo una flecha en su corazón.

La sacerdotisa Atenea se había enamorado de un hombre, cuyo nombre nunca se supo, en las santas escrituras de la orden sagrada, según los antiguos monjes, la propia Atenea borro para ocultar el mayor pecado de su vida y su error. Cuando se enamoró del misterioso hombre, su alma se había transformado en oscuridad, según las malas lenguas…su corazón ya no estaba donde tenía que estar y eso la condeno a la muerte. 

Nunca se supo que pasó con el hombre misterioso, solo aquellos de confianza de Atenea fueron testigos de su historia tormentosa. 

Una brecha entre lo desconocido, se abrió en el mundo haciendo que criaturas oscuras aparecieran de la nada, asesinando a mujeres, hombres y niños. Los tiempos oscuros, llamamos a los años de muerte, aquellas criaturas fueron llamadas; Demonios. Una guerra se avecino, pero Atenena logró asesinar a casi todo los demonios. Luego de un tiempo desapareció.

Nunca más se supo de Atenea, así que alguien tuvo que tomar el mando de la Nación. De la nada, aparecieron los Pierce, una familia que nunca se había escuchado hasta el día en que se proclamaron líderes, desde entonces…son ellos los que gobiernan la orden sagrada. 

Un miembro nombrado por los monjes toma las riendas de la Nación. Hace tan solo un año, Amalia Pierce se volvió la presidenta, hija mayor del antiguo líder. 

Para ser honesta, Amalia Pierce no ha sido mi líder favorita.

Y, aun así, estaba ha su lado…, sonriendo con hipocresía. Hace dieciocho años fui separada de mis padres, y entregada a la presidenta Pierce, me crio a su imagen y semejanza. La mujer nunca pudo tener hijos, era una mujer seca como le dicen algunas personas de la ciudad. Nací con la marca lunar, en el fondo creó que fue por eso que me eligió como su hija adoptiva para apropiarse de una sacerdotisa, como sea, al cumplir los cuatro años que es la edad suficiente para que un maldito monje te arrebate de los brazos de tus padres. 

LA SACERDOTISA Where stories live. Discover now