CAPITULO: 10

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Atlas

"Amaras sobre todas las cosas aquello que odiaras". Atenea.

Dicen que cuando amas, es ciegamente y que la vida gira en torno al amor. Cuando me enamoré por primera vez, mi corazón dejó de latir al verla, al mirar cada centímetro de su cuerpo, al desearla con todo el corazón y sobre todo querer su corazón y alma.

El amor que juré sentir por ella había sido sagrado y el juramento que hice lo fue también, pero ahora...mis pensamientos estaban desordenados, cuestionando mis deseos, obligaciones y corazón. ¿Ahora cuál es mi destino? ¿Cuál de ellas debo escoger? O ¿Era mejor dejarme llevar?

A una le debo mi vida, y a la otra le debo la muerte.

Al terminar de ducharme, me encaminé hacia Rose donde terminaba de desayunar. Sonreí al verla.

-Buenos días, amor-digo.

Su rostro se tornó pálido en cuanto me vió, la sentí tensa y su cuerpo se estremeció.

-Buenos días.

Su tono de voz era tan fría como el hielo. Algo le pasaba y no tenía que ser adivino para saberlo.

-¿Estás bien?-pregunté.

Intenté sujetar su mano, pero está la lejos de mí antes de entrar en contacto con la mía.

-Si.

No entiendo, anoche la pasamos increíble y ahora se comporta como sino hubiese pasado nada, en mi otra vida simplemente aceptaría una noche de pasión y lujuria, pero está vez era diferente, se trataba de mi esposa de mi mujer. Sus ojos me mostraban dolor.

-¿Que sucede, Rose?

Ella ni siquiera volteó a verme.

-Nada, estoy cansada-dio media sonrisa y tomó un sorbo de jugo.

su indiferencia me lastimaba.

-Lo de anoche...

-No quiero hablar de anoche.

En definitivo hice algo mal.

-Bueno, iré Atenea por si quieres ir-le digo.

No quería presionarla ni tampoco molestarla o alejarlo más de lo que se estaba alejando de mi.

-Prefiero quedarme en casa.

Se levantó y se marchó.

Mis manos se empuñaron hasta golpear la mesa.

Ni siquiera pude desayunar, así que me aliste para ir Atenena. Me puse mi cinturón, y me acomodé o eso intentaba los botones de la camisa.

Rose salió del baño así que le pedí el favor de abotonarme la camisa, está dudo en hacerlo. Al estar cerca de mi, pude sentir su olor, su alma revoloteando alrededor.

Sus manos temblaban y entonces fue cuando imágenes se me cruzaron por la mente.

***

LA SACERDOTISA Où les histoires vivent. Découvrez maintenant