CAPITULO: 2

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ATLAS

—Te quemaras el cerebro de tanto pensar, Atlas.

—Y, ¿Sino aceptan?

—Se muchas cosas que a tu hermana no le conviene que hable.

—Cosas, ¿Eh? ¿Cómo cuáles?

Mi padre me miró desconfiando.

—Mejor prepárate para mañana porque dejas de ser oficialmente soltero.

No me molestaba mi vida de soltero, para ser sincero...tener a Rose como esposa era mi gran oportunidad para estar con ella y que fuese solo mía. Nunca le caído bien a la chica y tampoco es que se la he puesto fácil para caerle bien, pero ella de alguna u otra forma me pertenece.

—Eso no me molesta.

—Procura que la noche de boda sea inolvidable.

—No lo entiendo.

—¿El qué?

—¿Por qué la odias tanto?

—Simple..., no es una Pierce, no lleva mi sangre—dice con un tono de voz lo bastantemente frío para congelar a cualquiera.

—Ella no es de tu sangre, y yo soy un bastardo.

—La diferencia entre tú y ella, es que tú eres mi único hijo varón y llevas mi sangre—continuó—. Y ella es una recogida que tuvo la maldita suerte de nacer siendo una sacerdotisa y no cualquier sacerdotisa.

—Y por eso la tenemos que tenerla de nuestra parte, no en contra.

—Intento llevarme lo mejor que puedo con esa chica.

—Triplica el intento, porque será mi esposa.

Mi padre me miró desconcertante.

—Te recuerdo dejar los sentimientos atrás y concentrarte en lo que importa.

Mi padre, sabia lo mucho que me ha gustado Rose por eso sus palabras. Pero no me importaba, la chica no solo sería mi pase a los Dioses, también sería mi esposa para siempre.

—Se hace de noche, padre, deberías de ir a descansar. Mañana será un día agitador—sonrei con descaro.

Él me miró con fastidio.

—Buenas noches, hijo.

El anciano se marchó sin más. Mañana daría inicio mi nueva vida, esa vida que esperaba por años al lado de la persona que siempre he amado. Aunque tenía el presentimiento de que no sería fácil el camino que nos espera a Rose y a mí. Pero de algo estaba completamente seguro y era que nuestras almas están destinadas a estar juntas.

Desde la gran ventana cristalizada de la sala de estar, vi caminar a las sacerdotisas; Selín Morrison mi ex amante y su hermana menor; Sasha mi mano derecha y confidente. Los guardias la dejaron entrar, mi casa no era como el palacio de mi hermana, pero era cómodo y amplio. Las hermanas colocaron sus manos detrás de sus espaldas y se pararon firme frente a mí.

—Comandante—dice Sasha.

Todas las Sacerdotisas eran iguales, aunque todos no lo vean, Rose era diferente a ellas. Sasha una chica de veinte años, mi leal amiga era más seria que mi propio padre.

— ¿Me traen noticias?

Las hermanas Morrison se miraron mutuamente.

—No—contesto Salín.

—Espero que tenga una buena excusa para venir.

—Mi hermana y yo, tenemos una teoría acerca de lo sucedido hace una noche—dice Sasha.

LA SACERDOTISA Место, где живут истории. Откройте их для себя