CAPÍTULO: 13

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Rose

"Los recuerdos vienen en el momento que impacta el corazón" Atenea.


Las palabras de aquel demonio me desconectaron tanto que ni siquiera tenía palabras para expresar lo que sentia en aquel entonces.

Pero de algo estaba segura y era que Atlas Morgan, ocultaba muchos más secretos de lo que me imaginé. ¿Con que clase de hombre me casé? ¿Quien era Atlas Morgan en realidad? Amigo o enemigo.

Mi mente estaba confundida, no podía procesar mucha información por los momentos.

Mi madre había salido del cuarto pánico, lo único bueno de la mala situación es que nadie resultó herido, bueno, el abuelo con trauma, pero nada que no se pueda superar con terapia.

-¡Rose! ¿Estás bien?

-Si, ¿Y tú mamá?

-Si, eso creo.

La unidad de Atlas había llegado y con ella, las Morrison. Vi a Selin tirarse encima a Atlas como si fue él hubiese sido el afectado. Maldita, ni siquiera tiene decencia.

Atlas me miró detenidamente para luego quitar a Selin de encima.

-Recojan el cuerpo del demonio-ordenó.

Los forense de la unidad colocaron el cuerpo del demonio en una bolsa plástica.

-¿Cómo pudo infiltrarse un demonio en este lugar? -Preguntó Sasha.

-Ese es el trabajo de ustedes, investigar por que mierda un demonio pudo colarse en la casa de la presidenta de la Nación-continúe-pero si fueron tan inútiles para no prevenirlo, entonces serán tan inútiles para no averiguarlo.

El gran comedor quedó en silencio tras mis palabras, los ojos de Atlas se abrieron como plato, no esperaba mi actitud o quizás si, pero no de este modo tan...sutil.

-Nuestro trabajo...-interrumpí a Selin.

Me acerqué a ella y la miré con tanta frialdad de este mundo.

-Tú trabajo es proteger y obedecer...y en eso fallas. En vez de hacerlo bien, prefieres estar detrás de hombres casados.

Terminé con una sonrisa en los labios.

-Si a eso vamos, no eres mejor que yo. También naciste para proteger y obedecer-hizo una pausa mirando hacia mis padres-. La diferencia entre nosotras es que tuviste un golpe de suerte.

-¡Ya basta!-exclamó mi madre.

Selin me miró fijo.

-Yo no olvido de dónde vengo...princesa, siempre tengo presente mis raíces.

Mis raíces...había olvidado aquello.

Escuché los fuertes pasos de mi madre y entonces su mano se levantó hacia Selin para abofetearla cuando Atlas la detuvo en el aire e impidió que su mano tocará el rostro de la Sacerdotisa.

-La verdad duele, pero es más eficaz.

Mi madre se soltó del agarre de Atlas y lo miró detenidamente.

-Llévate a tus zorras de aquí.

-De nada, hermana.

Sentí un fuerte malestar por Atlas, como defendía a las Morrison con uñas y dientes. Pero lo que más molestaba era que las defendía por amor y por lealtad a la vez.

Las Morrison se fueron con la unidad, junto con el cadáver del demonio.

-Lo que ha pasado aquí, es un acto de guerra-dice el abuelo con furia en sus palabras.

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