PASADO - RECONOCERNOS

14 0 0
                                    

--

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

--

- ¡¿Cómo así mi hijo está sepultado?!-.

- Bu... bu... bu... bueno, el jefe quiso ir a conocer la mina y yo estaba con ellos, pero como le dije, me mandó a ver esto...- levantó el rollo - y se quedó a solas con Roberta allá abajo. No fue mi culpa. - nervioso.

Por supuesto que lo era, y él lo sabía. Si hubiese escuchado a Emilio o a Roberta, nada de eso habría pasado.

- Quiero que lo rescaten sano y salvo. ¿Queda claro? - ordenó.

- Sí, sí, sí. En este mismo momento conseguiré a un grupo de rescatistas y... y llamaré a una ambulancia. - tartamudeó.

- Ingeniero, llame al Puma. - dijo Mane, preocupado.

Enojado, William intentó decir algo.

- ¡MUÉVASE! ¡QUIERO A MI HIJO SANO Y SALVO! - estalló Mabel haciendo que saliera corriendo.

--

- ¿Me puede explicar qué diablos hace? - entrecerró los ojos, al ver cómo quitaba rocas una a una y las lanzaba al piso.

- Si no encontramos una salida rápido, nos vamos a morir como dos idiotas. - sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

- Ya pare. - caminó hacia él. - Suelte eso... Que lo suelte que se va a lastimar. - habló con más firmeza, le quitó las rocas que tenía en las manos y las lanzó lejos.

Frustrado, Christopher soltó un grito.

- Así va a hacer que se nos acabe el aire, que de por sí ya es poco, más rápido. - reclamó.

- ¡Esto no puede estar pasando!-.

- ¡Que no grite más! ¡Siéntese y tranquilícese, por Dios!-.

--

Roberta seguía golpeando una de las tuberías con una piedra.

- No entiendo cómo estás tan calmada-.

- Le aseguro que si no fuera porque podemos agotar el aire que nos queda, estaría gritando. - volvió a hacer el sonido.

- ¿Eso sirve para que nos escuchen?-.

- Espero. Bueh... por lo menos van a saber que estamos vivos y van a moverse rápido-.

- Es mi turno. Me siento como un imbécil ahí sentadote sin hacer nada. - al agarrar la piedra, sin querer rozó la mano de su compañera de encierro. Como acto reflejo, su mirada bajó hacia sus manos unidas.

Roberta imitó su acción hasta que, en cuestión de segundos, alejó su mano y con ella, a sí misma de él.

Christopher comenzó a golpear la misma tubería con la piedra.

Apoyada en una de las paredes, los ojos de la castaña se llenaron de lágrimas.

Como la notaba demasiado callada, el castaño dejó de hacer el sonido y se acercó.

Más Allá de las MinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora