PASADO - PRUEBA

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- ¿Así que definitivamente usted no va a declararse culpable?-.

- Sí, sí voy a declararme culpable, Fiscal. - dijo sin mirarlo. - Pero por haber traído a Renata a un lugar lleno de corruptos y de asesinos. Yo no la maté. No sería capaz de matar a nadie y mucho menos a la mujer que amo-.

- A ver, volvamos al lugar de los hechos, entonces. Digamos que efectivamente, no quisiste matarla, que tal vez discutieron y ella... se cayó. Ningún culpable se asumiría como tal. Te vuelvo a pedir de favor que firmes la confesión, para así poder conseguirte una condena mucho más corta. Una condena por homicidio no intencional y serían solo... seis años... o hasta menos, porque te rebajarían la sentencia por buena conducta-.

- Creía que usted era un hombre diferente, pero ahora veo que me equivoqué y que es tan corrupto como su papá-.

- No le voy a permitir que me difame. - apretó los dientes. - Y mucho menos a mi papá. - sin mirarlo, se alejó, dándole la espalda.

Enojado, Martín se puso de pie y lo siguió.

- Ah, pero ustedes sí me pueden difamar a mí, ¿verdad? ¿Así es cómo funciona la justicia en Acapulco acaso? ¡Yo no la maté! - repitió por milésima vez. - ¡Alguien intentó violarla! ¡Ella alcanzó a decírmelo antes de fallecer! ¡¿A quién quieren encubrir?! ¡YO NO LA MATÉ! ¡CRÉAME!-.

- ¡Entienda, Vidal, que si no hay pruebas ni testigos, no se va a poder comprobar su inocencia!-.

- ¡Cuando intentaron violarla, estaba preso! ¡Estaba con el Puma Riera! ¡Pregúntele, si no me cree!-.

Ahí, León empezó a ponerse nervioso.

- ¡Okay! - aceptó. - Lo haremos. - miró al comisario. - León, llévenselo, por favor-.

- ¡GUARDIAS! - gritó.

- Y que no se les ocurra volver a ponerle una mano encima. ¿Queda claro?-.

Los uniformados sacaron a Martín de la oficina, para conducirlo de vuelta a su celda.

- Mande a llamar al Puma Riera-.

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- ¡Mabel! - acelerado, Marcelo entró al despacho de su consuegra. - Ya mandé a bloquear las carreteras. Si Javier intenta pasar, no va a poder-.

- Pero... no, ¿cómo? Él tiene que pasar, papá. Es mi esposo-.

- Daniela, llévate a la niña, por favor, ¿sí?-.

La Primera Dama asintió y tomó a su hija mayor del brazo antes de retirarse de ahí.

- ¿Estás seguro que las bloquearon? Porque si mi hijo pasa, esto será una tragedia-.

- Claro que sí, pero si nos expl...-

El sonido de un teléfono cortó su frase.

- A ver, cállate. - ordenó, levantando su dedo índice. - Espera... ¿Aló? - contestó.

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