PRESENTE - COMIENZO DEL FIN

24 2 1
                                    

---

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

---

—¿Casillas?

Silencio.

—Casillas, ¿sigues despierto? —preguntó, desde el sofá.

—Por supuesto, imbécil. ¿Qué crees? ¿Que es muy fácil dormir con un delincuente en la misma habitación?

—Qué exagerado. —chasqueó la lengua. —¿Por qué mejor no admites que somos más parecidos de lo que a ambos nos gustaría?

—A ver... según tú, ¿en qué somos parecidos? —preguntó desde su cama.

—Mira, a ambos nos gustan exactamente el mismo tipo de mujeres... Tanto Anahí como Roberta han sido muy importantes en nuestras vidas. —pensativo, miraba al techo.

—Escúchame una cosa: para decir idioteces, mejor cállate y duérmete, ¿ya?

Enrique chasqueó la lengua de nuevo.

—Ay, contigo sí que no se puede hablar. Eres un amargado. Ándate al infierno.

—Ándate al infierno tú, payaso.

—Idiota.

—¿Perdona?

—Sordo, encima. Dije que buenas noches. —cambió de posición, se arropó y apagó la lámpara.

---

—Maldita sea la hora en que te conocí. Maldita seas tú, Mabel. —en su habitación, hablaba solo mientras se tomaba un trago, en un intento de dejar de pensar en ella.

Toc. Toc.

Medina se levantó y fue a abrir sin más.

—Juan Pablo...—susurró, rendida. —No me rechaces más, por favor. No lo soporto. Te necesito mucho.

Suspirando, él hizo que entrara al cuarto y cerró la puerta. Observó su rostro y empezó a acariciar cada rincón de este, como si fuera lo más puro que había conocido en su vida, justo antes de besarla con toda su pasión.

—¿Ves? Yo puedo soportarlo todo. TODO, Medina, excepto el no tenerte. Extraño tanto tus besos, tus caricias...—confesó, acariciándolo.

—Dime qué me hiciste, Mabel. ¿Qué me hiciste? Sabemos perfectamente que esto no va para ningún lado... pero aun así, no puedo alejarme de ti.

—Entonces no digas más. Deja de pensar en lo que puede pasar mañana, así como lo hago yo. Cada día tiene su propia historia; la de este somos tú y yo. Sin memoria. Sin pasado. Sin presente. Y sin futuro. Solo tú y yo.

—¿Por qué? ¿Por qué tienes que ser tú? Yo solo vivía por vivir... hasta que te conocí y estuvimos juntos. Desde nuestra primera vez, sentí que la vida me estaba regalando otra oportunidad, que después de quitarme a MI Mabel, me estaba devolviendo a otra... Pero me obligas a renunciar a ti cada día que pasa.

Más Allá de las MinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora