Capitulo 2. La travesía del bosque de los sueños

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María y John se sumergieron en el mundo mágico con una sensación de asombro y maravilla. Cada rincón de este reino extraordinario les ofrecía descubrimientos emocionantes. Pero lo que no sabían era que el tiempo en este nuevo mundo no era como en Elmwood.

A medida que exploraban durante lo que les parecían solo unas horas, en realidad, transcurría un día completo en el mundo real. La magia de este lugar jugaba con las leyes del tiempo, haciendo que cada momento fuera valioso y lleno de experiencias intensas.

Mientras admiraban paisajes resplandecientes y se sumergían en la magia del lugar, la noción del tiempo se desdibujaba. Se sentían vivir una vida en un solo día, una vida que desafiaba las reglas del mundo real.

Al llegar la tarde, decidieron regresar al árbol dorado para volver a casa. Sin embargo, al tocar el árbol, la decepción se apoderó de ellos. El portal no respondía, y la frustración comenzó a nublar su alegría.

Pasaron horas debatiendo y reflexionando, intentando desesperadamente encontrar una solución. Pero el árbol permanecía inactivo, y el temor de no poder regresar los envolvía.

Fue entonces cuando, en un claro del bosque iluminado por la luz de la luna, una criatura mágica apareció ante ellos. Era una esbelta figura con alas iridiscentes y ojos que brillaban con sabiduría. Se presentó como Luminis, el mensajero de los reinos mágicos.

Luminis les explicó que el árbol dorado estaba conectado con el corazón del mundo mágico y que solo se activaba en momentos clave. Sin embargo, para despertar su poder, debían embarcarse en una misión desafiante.

Debían buscar el Cristal de las Estaciones, una piedra mágica oculta en el corazón del Bosque de los Sueños. Este cristal era la llave que abriría el portal y les permitiría regresar a casa. Sin embargo, el bosque estaba lleno de desafíos y pruebas que solo aquellos con un corazón puro podían superar.

Con determinación en sus ojos, María y John aceptaron la misión. Luminis les otorgó un mapa mágico que cambiaría conforme avanzaran. La criatura mágica desapareció en un destello de luz, dejándolos con la tarea de encontrar el Cristal de las Estaciones.

Mientras caminaban por un sendero bordeado de árboles brillantes, una sombra oscura se movió entre las ramas. Alerta, pensaron que podría ser una criatura peligrosa. Sin embargo, cuando se acercaron, descubrieron a un lobo mágico, con ojos brillantes y un aura de tristeza.

El lobo, llamado Nocturno, les transmitió sus pensamientos y emociones a través de imágenes proyectadas en la luz de la luna. Había perdido su camino en el Bosque de los Sueños y necesitaba encontrar el Río de los Recuerdos para regresar a su manada. Los relatos de Nocturno les conmovieron, y a pesar de los peligros que podían enfrentar, decidieron ayudarle.

Guiados por el mapa mágico, se aventuraron en el bosque junto a Nocturno. El camino se volvió más oscuro y retorcido, pero su conexión con el lobo les inspiraba valentía.

En su travesía, se encontraron con guardianes mágicos del bosque, criaturas que desafiaban la realidad misma. Cada encuentro presentaba desafíos únicos, desde resolver acertijos hasta superar pruebas de destreza. Nocturno, a pesar de su aspecto fiero, demostró ser un aliado invaluable, protegiéndolos con su magia.

María y John, imbuidos por la magia del Bosque de los Sueños, se aventuraron en busca del Cristal de las Estaciones. Guiados por el mapa mágico, se adentraron en un claro encantado lleno de flores brillantes, cada una emitiendo un brillo único. En el centro, el Cristal de las Estaciones resplandecía, pero estaba protegido por un hechizo antiguo que solo podía ser desactivado enfrentando sus miedos más profundos.

De repente, la luz del claro se oscureció, y sombras acechantes emergieron de los rincones del bosque. Eran criaturas de pesadilla, manifestaciones de los miedos internos de María y John. Las sombras se retorcían y tomaban formas terroríficas, cada una reflejando un temor profundo y personal.

María se encontró cara a cara con la sombra de la soledad. La figura oscura adoptó la forma de sus amigos y familiares alejándose de ella, dejándola sola en la oscuridad. La sombra la rodeó, susurros de abandono llenaron el aire. Con valentía, María enfrentó la sombra, recordando momentos de conexión y amor, disipando la oscuridad.

John, por otro lado, se vio acosado por la sombra de la incertidumbre. Visiones de un futuro desalentador se desplegaron ante él, llenándolo de ansiedad. La sombra tomó la forma de un laberinto sin salida, simbolizando la sensación de estar perdido. Con determinación, John enfrentó la sombra, recordando momentos de superación y resiliencia, iluminando la oscuridad.

A medida que enfrentaban y vencían sus sombras, la intensidad de la luz del Cristal de las Estaciones aumentaba. Sin embargo, las sombras no cedían fácilmente. Se retorcían y resistían, haciendo que la tarea fuera aún más desafiante.

En el clímax de la batalla, Nocturno, el lobo mágico agradecido, intervino. Su magia proyectó una barrera protectora que ayudó a disipar las sombras restantes. Los aullidos melódicos de Nocturno resonaron en el claro, infundiendo esperanza y fuerza en María y John.

Finalmente, con el último miedo enfrentado, el hechizo que protegía el Cristal de las Estaciones se desvaneció. Nocturno, con un aullido triunfal, proyectó su luz mágica sobre el cristal, desbloqueando su poder completo.

El cristal emitió una explosión de energía, purificando el claro y disipando las sombras por completo. María y John, agotados pero triunfantes, sostuvieron el cristal en sus manos. Este ahora resonaba con la esencia de su valentía y amistad.

Con el cristal resplandeciendo en sus manos, María y John se adentraron en el Bosque de los Sueños bajo la guía del lobo mágico. Finalmente, llegaron al corazón del bosque, donde el portal aguardaba en silencio. Al unir sus fuerzas y canalizar la energía del medallón, la luz del portal se encendió con una intensidad deslumbrante. El Bosque de los Sueños tembló con la activación del portal mientras María y John sostenían el Cristal de las Estaciones en sus manos. En ese momento, Luminis, con su resplandor etéreo, se materializó ante ellos. Con una reverencia, extendió sus alas y, con un gesto, transformó el cristal en un radiante medallón.

Luminis les explicó las propiedades adicionales del medallón. Además de abrir el portal, actuaba como un faro mágico, revelando el rastro de aquellos que buscaban su poder. Una oscura profecía se cernía sobre ellos: el medallón los convertía en el objetivo de un ser maligno que deseaba la magia que ahora poseían.

El bosque vibraba con una energía inquietante mientras Luminis les instaba a comprender la gravedad de su situación. El mal que los acechaba era antiguo, alimentándose de la esencia mágica de los reinos para obtener un poder sin igual.

Una elección se presentó ante María y John: resistir o sucumbir a la oscuridad. Luminis, con su mirada sabia, les pidió que se convirtieran en guardianes de la magia, protegiendo no solo el Bosque de los Sueños, sino todo el equilibrio entre los reinos mágicos y el mundo real.

El medallón, ahora más que un simple artefacto, se había convertido en una carga y una responsabilidad. La promesa de aventuras se mezcló con la amenaza que se cernía sobre ellos. La misión estaba clara: derrotar al ser maligno que los buscaba y proteger la magia que habían descubierto. Así, con el medallón brillando en sus cuellos y la promesa de un destino incierto, dieron el primer paso hacia un nuevo capítulo de su aventura.

Susurros del Reino EncantadoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum