Capitulo 5. Entre sombras y alucinaciones

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La noche envolvía a nuestros intrépidos aventureros, quienes, reunidos alrededor de una tenue fogata, compartían un silencio cargado de reflexiones tras la angustiante emboscada de los Aulladores Nocturnos. Las llamas proyectaban sombras en sus rostros fatigados. María, John y Zephyr intercambiaban miradas, conscientes de lo cerca que habían estado de la muerte

"Estuvimos a punto de perderlo todo", murmuró John, rompiendo el silencio con una gravedad que reflejaba el peso de la realidad. "Nunca vimos algo igual en nuestro mundo"

María, con la mirada fija en las llamas, asintió con solemnidad. "Los Aulladores Nocturnos son criaturas que solo creíamos existían en cuentos de antaño. A partir de ahora, debemos ser más cautelosos".

Zephyr, siempre el pícaro con una sonrisa burlona, agregó: "El mundo fuera de Thieven's Hollow es más peligroso de lo que imaginaba. Debemos aprender de esta experiencia. Aunque ha estado de lo más emocionante ;)"

La noche se alargó con las palabras que tejían. Cada chispa del fuego iluminaba no solo sus rostros sino también las sombras del pasado y las incertidumbres del futuro. Con el cansancio pesando en sus párpados, decidieron descansar alrededor del fuego, dejándose arrullar por la sinfonía de la noche.

Bajo el manto estrellado, se sumieron en un sueño inquieto, cada uno llevando consigo los ecos de los Aulladores Nocturnos y la promesa de lo que les aguardaba al amanecer. El calor de las llamas y la compañía de sus compañeros les ofrecieron un refugio temporal en este mundo lleno de peligros.

La aurora se asomó tímidamente, disolviendo la oscuridad del Desfiladero Desgarrador. Zephyr, como el bardo de la mañana, narró la visión del desfiladero. Detalló las rocas que se alzaban como guardianes antiguos, las grietas en la tierra que contaban historias de eras pasadas, y los murmullos del viento que se mezclaban con los susurros de la corriente cercana.

María, con sus ojos fijos en el horizonte, sintió la resonancia de las palabras de Zephyr. La majestuosidad del desfiladero se desplegó ante ellos como un tapiz de maravillas y peligros. La entrada, angosta y ominosa, parecía una puerta entre los mundos, donde lo conocido se desvanecía y lo desconocido aguardaba en las sombras.

La discusión matutina reveló un cambio en su estrategia. María lideró la conversación, proponiendo que se separaran temporalmente para afrontar el próximo desafío. María y Zephyr se adelantarían, explorando los rincones ocultos, mientras John, permanecería oculto, listo para intervenir si el peligro se presentaba.

La senda serpenteante del Desfiladero Desgarrador se desplegaba ante María, John y Zephyr. La atmósfera se cargaba de un misterio impenetrable mientras avanzaban hacia lo desconocido. La maleza crujía bajo sus pies, y el susurro del viento susurraba secretos antiguos.

Mientras avanzaban por el desfiladero, María y Zephyr compartían pensamientos y estrategias en un murmullo constante. El murmullo del río cercano y el susurro del viento entre las paredes rocosas proporcionaban un telón de fondo natural a sus conversaciones. Maria, siempre curiosa, buscaba conocer más sobre el pasado de Zephyr y las historias que guardaba Thieven's Hollow.

De repente, en medio de una anécdota de Zephyr sobre una travesía en las calles sin ley de su ciudad natal, María sintió que el suelo a sus pies se tambaleaba como si estuviera cediendo. Una fracción de segundo de pánico la atravesó, y sus ojos se abrieron de par en par mientras buscaba desesperadamente algo a lo que aferrarse.

La superficie, antes sólida, se desplomó ligeramente, creando una sensación de vértigo en la joven aventurera. Zephyr, alerta ante cualquier cambio en el entorno, reaccionó con velocidad felina. En un acto reflejo, Zephyr agarró el brazo de María y la atrajo hacia sí, fuera del área comprometida. Un suspiro colectivo de alivio resonó en el desfiladero mientras María, aún sorprendida por el giro repentino de los acontecimientos, se recuperaba.

"Gracias", murmuró María, con gratitud en sus ojos mientras se apartaba del borde inestable. La conversación ligera que habían mantenido ahora estaba impregnada de una conciencia más profunda de la fragilidad de su situación. La realidad de que el desfiladero era un camino lleno de trampas y peligros se manifestaba de manera más evidente con cada paso.

El grupo se detuvo por un momento, evaluando la situación con ojos cautelosos. Aunque el suelo tembloroso había sido superado, la tensión persistía en el aire. Con el corazón latiendo al compás de la incertidumbre, reanudaron su camino, recordando que cada paso en el Desfiladero Desgarrador podría ser un paso más cerca de la victoria o un paso más cerca del abismo.

John, seguía el rastro de María y Zephyr . Sus ojos expertos, acostumbrados a la penumbra, observaban cada movimiento del grupo. Sin embargo, en su sigilosa vigilancia, John no pudo evitar el roce de su pierna con un cactus venenoso. Una punzada intensa lo atravesó, y un veneno comenzó a difundirse en su sistema. El mundo a su alrededor empezó a distorsionarse, y las sombras se retorcieron en formas grotescas.

Creyendo estar atrapado en una tela de araña gigante, John comenzó a delirar, gritando en desesperación mientras imaginaba las patas pegajosas de una criatura monstruosa que se cerraban a su alrededor. Maria y Zephyr, escucharon sus gritos que resonaban en la oscuridad. Alarmados, corrieron en su ayuda, siguiendo el sonido angustiante de sus gritos.

La luz de sus antorchas parpadeaba, revelando un rastro incierto mientras avanzaban hacia la fuente del tumulto. Los susurros de sus nombres se mezclaban con el murmullo del viento entre las paredes rocosas. Finalmente, llegaron a un claro donde encontraron a John, agitándose y murmurando incoherencias mientras luchaba contra las alucinaciones. Zephyr, con su agudo ingenio, examinó el entorno y notó la presencia de cactus venenosos cercanos.

Al inspeccionar el cuerpo de John, descubrió la punzada en su pierna. El pálido reflejo de la luz de la luna reveló el rastro de la picadura. Con rapidez, Zephyr se propuso buscar una planta específica que neutralizara el veneno.

Cerca del río que fluía cercano, Zephyr encendió un fuego improvisado y recolectó agua en una improvisada vasija. Con pericia, seleccionó las hierbas necesarias, combinándolas en una mezcla que liberaría a John de las garras de las alucinaciones venenosas.

Con la infusión preparada, Zephyr regresó al lado de John y, con cuidado, le administró la mezcla curativa. Después de unos intensos minutos, donde John estuvo alucinando, el veneno comenzó a disiparse de su organismo, y las alucinaciones desaparecían como sombras al amanecer. La realidad volvió a John, y sus ojos, antes vidriosos, recobraron la lucidez.

Agradecido, pero aún débil, John miró a sus compañeros con gratitud. En ese oscuro rincón del Desfiladero Desgarrador, su unión se fortaleció, enfrentándose juntos a los desafíos que les esperaban en la oscuridad impenetrable del camino.

Susurros del Reino EncantadoWhere stories live. Discover now