Capitulo 13. La partida hacia Grinder

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El aire en el castillo del reino del sur vibraba con la energía de la preparación. Zephyr y Nimra, en un rincón del extenso patio, entrenaban sus habilidades con la misma sincronización que marcaba su complicidad. Entre risas y miradas cómplices, se entretejía un vínculo que iba más allá de la amistad. Sus corazones latían al unísono, alimentados por la emoción del próximo desafío y, quizás, por un atisbo de enamoramiento que colmaba el ambiente.

El emisario, una figura imponente con ropajes de alta jerarquía, llegó al castillo y fue recibido con la debida formalidad. La sala del trono se convirtió en un escenario donde las decisiones cruciales tomarían forma. El emisario explicó la situación con tono diplomático: los grinderianos, aunque no rechazaban la propuesta, no la acogían con la calidez esperada. Agradecían el gesto, pero su escepticismo estaba presente.

La incertidumbre flotaba en el aire cuando el rey, con ceño fruncido, reflexionaba sobre las palabras del emisario. Sin embargo, Zephyr y Nimra compartían una mirada determinada. Para ellos, la senda a seguir estaba clara. Debían enfrentar lo desconocido, superar las dudas y allanar el camino para la princesa y su séquito.

Los preparativos para la partida se desplegaron con eficiencia. Mapas desgastados sobre mesas estratégicamente colocadas, armaduras pulidas y provisiones cuidadosamente empaquetadas. Zephyr y Nimra, ataviados con la determinación en sus ojos, se aseguraron de que cada detalle estuviera en su lugar.

El día de la partida teñía el cielo de tonos cálidos mientras el pueblo se congregaba para despedir a sus valientes representantes. Un mar de rostros agradecidos y esperanzados observaba a Zephyr y Nimra con admiración. Las palabras de aliento resonaban en el aire, fortaleciendo el espíritu de los aventureros.

Con el estandarte del reino ondeando con orgullo, Zephyr y Nimra emprendieron el viaje hacia el reino de los grinderianos. Los caminos se extendían ante ellos, llenos de desafíos y misterios por descubrir. La luz del sol se desvanecía en el horizonte, marcando el inicio de una travesía que pondría a prueba no solo sus habilidades, sino también la fortaleza de su vínculo. En la penumbra del crepúsculo, avanzaban hacia el reino vecino, donde la promesa de encuentros inesperados y decisiones cruciales aguardaba.

El primer día de viaje transcurrió en relativa armonía. La pareja real avanzaba por senderos boscosos, con el murmullo del viento entre las hojas como su único acompañante. La luz del sol se filtraba entre las ramas, creando patrones danzantes en el suelo del bosque. Aunque el paisaje era idílico, Zephyr no podía quitarse la sensación de que algo no estaba bien.

En algún lugar entre las sombras del follaje, un par de ojos observaban sigilosamente. El espía de Melgar, hábil en el arte del camuflaje, se movía con destreza entre los árboles, siempre manteniendo una distancia segura. Su misión era clara: sabotear los planes de Zephyr y Nimra y asegurarse de que el reino del sur no lograra establecer alianzas con los grinderianos.

Zephyr, con su agudo sentido del peligro, percibió un susurro de ramas que no encajaba con la sinfonía natural del bosque. Compartió una mirada significativa con Nimra, pero ella le restó importancia.

Nimra, intentando calmar sus preocupaciones, le dijo: "Zephyr, no te preocupes demasiado. Estamos en un bosque, los ruidos extraños son normales. Además, estamos juntos, ¿recuerdas?"

Zephyr asintió, pero su alerta persistía. Sabía que no podía permitirse subestimar las sombras que acechaban su travesía.

La jornada avanzó, y el sol comenzó a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y morados. Zephyr y Nimra, conscientes de que debían encontrar un lugar seguro para pasar la noche, tomaron un desvío hacia una pradera cercana. La frescura del atardecer los envolvía mientras evaluaban el terreno en busca de señales de peligro.

Susurros del Reino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora