DOCE - PRESENTE (V)

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lay, el ángel guardián de Aba, se acercó a ella con preocupación. Sabía que era el momento de contarle la verdad, por más dolorosa que fuera.

—Aba, debes saber la verdad. Soy tu ángel guardián y he estado a tu lado desde que naciste.

—¿Qué? ¿Eso es posible?—soltó sorprendida frente a él.

El mundo poco a poco empezó a darle vueltas.

— Sí, Aba. Todo lo que recuerdas con Archie es real, pero fue solo una parte de tu vida. Fui yo quien te guió y te protegió durante todo ese tiempo.

—No puedo creerlo. ¿Por qué nunca me lo dijiste antes?—todo cobró sentido, de repente se sintió mareada de nuevo frente a todo.

Había vivido engañada de nuevo.

—Era necesario mantenerlo en secreto. Pero ahora debes saber algo más. El hijo que estás esperando se convertirá en una maldición para el mundo. Los demonios lo querrán para sí mismos y usarán su poder para sembrar el caos y la destrucción.

—¿Qué puedo hacer?—soltó asustada frente a la afirmación.

—Debes proteger a tu hijo a toda costa. Pero no podrás hacerlo sola. Los ángeles de Dios están listos para ayudarte en la lucha contra las fuerzas del mal.

— Haré todo lo que esté en mi poder para proteger a mi hijo y mantenerlo alejado de los demonios. Pero necesito saber más sobre cómo hacerlo—soltó con determinación.

—Lo sé. Te guiaré en el camino y te enseñaré todo lo que necesitas saber para proteger a tu hijo y luchar contra las fuerzas del mal—intento calmarla.

—Gracias, Ilay. No sé qué haría sin ti—soltó con agradecimiento.

Aunque después de todo era lógico que fuera tan útil, después de todo era su ángel guardián. El que custodiaba siempre en la distancia.

—Siempre estaré aquí para guiarte y protegerte. Juntos, como aliados de Dios, lucharemos contra las fuerzas del mal y restauraremos la paz y la justicia en el mundo.

Aba, preocupada, le preguntó a Ilay sobre Agnes, el demonio que había estado vigilando a ella y a su hijo desde el principio.

— Ilay, ¿qué hay de Agnes? ¿Todavía está allí afuera tratando de tomar a mi hijo?—inquirió asustada.

— Sí, lo está. Agnes sigue intentando seducirme y persuadirme para que la ayude a tomar a tu hijo. Pero no te preocupes, Aba, estoy aquí para protegerte y proteger a tu hijo. No permitiré que ningún mal le llegue.

— Gracias, Ilay. Me siento mucho mejor sabiendo que estás aquí para protegernos—sonrío con alivio.

—Siempre estaré aquí, Aba. Recuerda, somos aliados de Dios y juntos lucharemos contra las fuerzas del mal...

Las fuerzas del mal a veces se sentían demasiado cerca.

Ilay se acerca a Aba para consolarla, sabiendo que la noticia sobre Agnes puede ser difícil para ella.

—Lo siento mucho, Aba. Sé que la noticia sobre Agnes debe ser difícil para ti. Pero debes recordar que ella es un demonio, su lealtad es solo para el mal y no podemos permitir que nos engañe—intentó razonar.

—Pensé que éramos amigas, que ella era diferente... ¿Cómo podría haber estado tan equivocada?—soltó con horror para si misma.

—A veces, incluso los ángeles pueden ser engañados por las apariencias. Pero no te preocupes, Aba. A partir de ahora, te prometo que te protegeré y haré todo lo posible para asegurarme de que nada te haga daño a ti ni a tu hijo.

Hechos de fuego y luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora