Capítulo 2

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¿He fallecido? ¿Me morí? Eso no es posible. Literalmente me encuentro parada hablando con tres extraños, si estuviera muerta no podría hacer eso, ¿cierto?. Deben estar haciéndome una broma de mal gusto y la verdad me está poniendo de muy mal humor.

-Menuda mierda—escupí y le apuntó acusadoramente con el dedo — Si crees que pueden tomar ventaja de una chica que, al parecer, sufrió una contusión por un choque estás muy equivocado— él movió con asco y lentitud mi mano, tomando una bocanada de aire para hablar.

-La contusión que está experimentando solo es una consecuencia de las muertes provocadas por golpes. Se lo podremos explicar con mayor detalle si guarda la calma y viene con nosotros a la oficina— sentía la rabia incrementar dentro de mí al ver que aquel tipo seguía con un rostro sereno como si esto se tratara de algo tan simple y no de una mala broma. Además, sus dos secuaces mantenían su postura de no intervenir.

-Por favor— reí nerviosa, sin poder creer lo que me decía — Si fuera... ¿cómo has dicho? ¿"alma en espera"? Supongo que te refieres a esos tontos espíritus, eso significa que la gente no puede verme. Ustedes pueden verme—expliqué como una obviedad.

-Nosotros podemos ver a la señorita porque también somos "espíritus" —explicó Fleur con mayor paciencia y tacto que su jefe a pesar de que expresión mostraba más irritación que la de él. Xander se acercó a ella con las orejas enrojecidas seguro de la vergüenza como si fuera un niño pequeño. Aunque, bueno, eso parece para ser honesta.

-Si tanto duda de nuestras palabras, señorita Harrison, puede tratar de demostrarnos que usted no está muerta y, por el momento, la dejaremos en paz—continuó el jefe de esos dos, del cual aún desconocía su nombre. Fruncí el ceño ante la propuesta tan simple que me estaba dando, sonaba a que había una trampa— ¿Sucede algo?

-¿Así de simple? ¿Solo te demuestro que puedo hablar con una persona de carne y hueso y ya? —reí sin poder creerlo — ¿Esto es una clase de cámara oculta o algo así? — miré hacia todos lados en busca de alguna luz roja que me indique que se estaba grabando pero no encontraba nada.

-No, señorita. Nos tomamos en serio nuestro trabajo—esta vez pude notar un tono más de molestia de su voz. Creo que estaba por fin agrietando su máscara de hombre de negocios. Tal vez si seguía insistiendo podía lograr que me dijera que era lo que se llevaban entre manos esos tres— Le pediré amablemente que apresuré su situación. Pueden estar solicitándonos en el trabajo para otros casos y ya llevamos más de una hora con su situación. Y no quiero sonar grosero, pero usualmente solo duran quince minutos...

-¿Acaso están cortos de personal? —bromeé siguiendo con su historia sin sentido.

-Bueno, sí—respondió tímido Xander detrás mío. Hasta ahora es quién mejor de los tres me está cayendo. ¿No podría él aclararme toda la situación? No parece el tipo de chico que te mienta en la cara, es decir, ni siquiera puede verme a la cara sin temblar como una hoja en una ventisca.

-Vale, me moveré ahora. Si quieres puedes seguirme para verificar que no te estoy mintiendo y terminamos tu jueguito de los agentes especiales—me dirigí hacia el jefe. Este ladeó un poco la cabeza y frunció levemente el ceño, estoy segura que se estaba guardando algunas palabras para decirme.

-Iba a serlo aunque no estuviera usted de acuerdo. Es parte del procedimiento.

-Procedimiento, sí, ajá—le quité importancia con mi mano y comencé a caminar a pasos agigantados para poder terminar con esta pesadilla. Caminé rápido hacia un bar que estaba por cerrar donde solo estaba el dueño acomodando las sillas para guardarlas — ¡Disculpe! ¡Hola! —chillé cuando me estaba acercando a él, aceleré todavía más el paso y podía escuchar la misma rapidez por parte del hombre cuyo nombre sigo sin saber. El anciano siguió enfocado en su trabajo con las sillas, ignorándome— ¡Hola! —volví a chillar, ahora ya estando frente a él, casi lanzándome.

Un vínculo eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora