Capítulo 8

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-Que... pintoresco— dijo impactado Jonathan cuando encontramos el lugar— ¿Aquí venías a comer cuando estudiabas?

-Te prometo que antes lucía más bonito—me defendí cuando vi que una cucaracha pasaba por al lado de su mocasín que debía valer más que mis dos pulmones que estaban siendo investigados en la morgue— Además, tu dijiste que debía buscar las pequeñas cosas que me gustaban antes de morir.

Luego de mi episodio afuera del hospital, Jonathan me recomendó ir a pasos pequeños a sitios donde tendría un poco de apego emocional o donde he estado y crea que podría llegar a haber alguna misión a cumplir. Como ejemplo, él me dijo que fue a un almacén a donde siempre iba a llevar mercadería.

Obviamente tuve muchas preguntas que pienso cuestionar más adelante. ¿Por qué trabajaba de llevar mercadería a un almacén? ¿Tenía que ver con la posible situación precaria en la que vivía? Y lo más importante, ¿cuántos años tenía cuando murió? Pero como en ese momento no estaba en mis cabales y mejor humor, ignoré por completo la oportunidad de atacarlo para saber más de su vida personal.

-Entonces... ¿cuál piensas que es tu misión a cumplir aquí? —preguntó ahogando un chillido cuando una rata salió de las bolsas de basura tiradas en la calle. Parece que hace años no pisaba un lugar así.

-Siempre venía aquí luego de estar en la universidad a la mañana porque era barato. Tantas veces que vine terminé entablando relación con los dueños del local. Siempre pedía el mismo plato. Una vez les dije que iba a volver a visitarlos y comer pero... nunca lo hice—Jonathan asintió.

-Es un buen lugar para empezar. Tal vez verlos y comer por última vez tu plato favorito sea una de las misiones en tu vida—alzó los hombros.

-¿No crees que es algo muy simple?

Quedó en silencio.

-¿Qué? ¿Prefieres que pasemos por lo del hospital otra vez? Eres una masoquista — hizo una expresión de insólito.

-Ya, no me quejaré— le resté importancia con la mano— Pero, ellos no pueden vernos, ¿verdad? Y mucho menos podemos tocar cosas.

-Corrección. Si podemos tocar objetos tangibles—alzó rápido la mano para detener mi habla como un niño sabelotodo amigo del profesor (no sé si habrá asistido al colegio, pero seguro era uno de esos)— Pero ya comer comida de la vida mortal es más complicado. Por eso nos haremos pasar por señuelos.

-¿Eh? —chillé. Él suspiró cansado.

-Sigo pensando que el jefe tendría que haberte dado el folleto del más allá.

-Espera, ¿había un folleto de guía?

-Sí, lo implementaron hace unos años, todavía está en refacción. No tenemos departamento de comunicación y mucho menos gente capacitada así que e... ¿qué digo? No me saques del tema.

-Te desviaste tú solo–frunció el ceño. Traté de preguntar nuevamente porque necesitan de un departamento de comunicación, y ¿cuántos malditos puestos había en ese edificio?— ¿Qué es un señuelo?

-Puedo hacer que podamos pasarnos como personas del espectro mortal pero con otra apariencia.

-Espera, ¿podría vivir como una persona común entonces? Eso suena mucho más fácil que tener que buscar todas mis misiones para poder reencarnar. Podría estar cerca de mi familia y amigos.

-Ajá, si. ¿Podrás pasar toda una vida viendo a los demás envejecer y que te traten como otra persona y no como Lily? —aunque sonaba un poco severo, esta vez parecía tener un poco de paciencia hacia mi persona. Y digo un poco porque tampoco quiero sobre pasarme— Si deseas mi opinión, no lo recomiendo para nada.

-No sería muy diferente a tu situación de alma sin reencarnar, ¿no?

Bueno, creo que tiré su buen humor a la borda diciendo eso porque ahora me miraba como que quería encerrarme en uno de los contenedores de basura. Un paso adelante equivale a tres hacia atrás.

-También podría no ayudar y dejar que tu alma este atrapada para siempre en el más allá.

-No serías capaz—dije horrorizada.

-Obviamente no, tendría que aguantarte para la eternidad, y no es lo que quiero— Bueno, al menos pensamos igual respecto a eso— ¿Recuerdas cual es tu plato verdad? —asentí —Bien. Ahora nos daré una nueva identidad, entre nosotros nos veremos igual pero en los reflejos será distinto.

-Espera—levanté la mano antes de que el chasqueaba los dedos— Ni se te ocurra hacerme lucir como una vieja, ¿entendiste?

-Lamento comunicarte que de eso se encarga el departamento de imagen—sonrió — Así que ve a quejarte con ellos.

Genial, otro departamento más del cual no tenía idea de su existencia.

-No sé porqué siento que me estás mintiendo—subió los hombros despreocupado.

-Lo puedes averiguar si es que volvemos al edificio.

Y finalmente chasqueó sus dedos.

Un vínculo eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora