Capítulo 3

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No voy a ser hipócrita, estoy que me desmayo de la conmoción. Aun no logro entender todo lo que está sucediendo, es decir, ¡estoy muerta! ¿comprendes? ¡Muerta! Tenía muchas cosas que hacer. Había planeado este fin de semana ir a comer con mis amigas de la secundaria, ver cómo iban nuestras vidas. ¡Debía entregar un informe dentro de dos días en la oficina! Bueno, debería alegrarme de salvarme de eso, pero el trabajo quedará a manos de Gary y él es un completo imbécil y lo hará pésimo. Y seguro Alexandra quedará en mi lugar que tanto me costó conseguir... aghh, ¿no hay forma de intercambiar lugar con esa idiota?

Y para incrementar más mi desorientación, acabamos de entrar a un edificio que parecía completamente abandonado, sin señales de vida pero, ¡ah, sorpresa! Pasamos el umbral de la puerta y resulta que es una maldita corporación con ascensores, personas subiendo y bajando, con recepción incluida. ¿Cuántos pisos tiene esto?

-Que - carajos - es - esto —pronuncie con claridad cada palabra al ver la despampanante claridad del lugar, casi parecía otra versión del Vaticano pero low cost, y a todas las personas que habían vistiendo el mismo traje viejo que las tres personas que me estaban custodiando.

-¡Jonathan! —escuché la voz chillona de una mujer. El jefe del escuadrón de raros se tensó y miró para todos lados en búsqueda de la persona que hablaba. ¿Así que su nombre es Jonathan? En realidad, tenía más rostro de ser William o George. Aunque ahora que lo pienso, Jonathan no está tan lejos de la imagen de alguien estirado y aburrido (y británico)— ¡Jonathan!

-Oh, Jimin—dijo algo sorprendido cuando una chica de ojos rasgados y larga cabellera oscura y lacia se acercó a nosotros casi corriendo y con una sonrisa en su rostro— ¿Sucede algo?

-Pues, han tardado más de lo esperado en traer un alma, ¿qué ha pasado? —habló con un acento diferente pero no era para nada como el de Fleur o Xander.

-El alma en espera aquí presente le dio una bofetada al jefe—contestó risueña Fleur, interponiéndose entre ellos dos y pasando su brazo sobre la tal Jimin.

-¿Cómo dices? —preguntó perpleja la tal Jimin. Ante la sorpresa, luego se dio cuenta de mi presencia, comprendiendo quién era el "alma en espera". Luego de eso, comenzó a reírse en forma de burla— ¡¿Fuiste abofeteado por ella?! — Vale, no sé si le causa gracia porque soy mujer, porque es la primera vez que le pasa, o por mi apariencia.

-Sí. No le veo lo gracioso—contestó con seriedad. Admito que también me dieron ganas de reír, la risa de Jimin era más que contagiosa. Al estar aguantándome tanto, un ligero quejido salió de mis labios— Ni se te ocurra — volteó al instante hacia mí cuando me escuchó, casi como una alarma.

-No he hecho nada—me defendí.

-Mejor, ni siquiera hables—dijo entre dientes— Jimin, ¿algo más que quieras decirnos? —la nombrada aclaró su garganta y se secó una pequeña lágrima que quería salir de su ojos izquierdo por tanto reír.

-Pues el jefe te está esperando. Como estabas tardando con algo tan simple como un choque, me pidió que fuera a buscarte por si había ocurrido algo más importante—habló con el mentón en alto, casi usando el mismo modo estirado que Jonathan utilizó ni bien nos conocimos. Parecía que era parte del trabajo. ¿Jimin tendrá el mismo rango que Jonathan y por eso pueden tutearse? O tal vez son cercanos, me cuesta imaginar que este ser estirado tiene amigos.

Traté de ignorar el comentario de que la muerte de un choque era asunto "simple" para ellos. ¿Dónde estaba lo simple? Prácticamente acabo de perder la vida de una forma horrible y repentina. Todos los planes, trabajos y mi vida en sí había sido arrebatada en un solo segundo. ¿Y ellos entendían mi problema como algo simple?

Un vínculo eternoWhere stories live. Discover now