Capítulo 4

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-¿Situación? —prosiguió su jefe.

¿Por qué no me habían dicho nada sobre eso? ¿A él no le harían pasar por todo este papeleo también? ¿Por qué no estaba con nosotros? Miré a Xander en busca de alguna respuesta pero me hizo una señal para que mantuviera la calma. ¡¿Cómo podría mantener la calma?! ¡¿Acaso estaban protegiendo al hombre que me había matado?! Supongo que la justicia tampoco servía en el más allá.

-Me encargué de su paradero, señor. Cumplía con más de tres de las pautas del reglamento, por lo que envié su presencia a la zona roja— fruncí el ceño. ¿Pautas del reglamento? ¿Zona roja? A mi no me habia dicho nada de eso— Prefiero no entrar en detalles sobre su historial para justificar mi decisión, señor. Si me lo permite.

-Confío plenamente en tu criterio, Rider—dijo con tranquilidad— Gracias por el informe— Jonathan asintió gustoso y su jefe volteó plenamente hacia mi como si fuera lo más interesante del mundo— Señorita Harrison, lamentamos mucho su muerte tan repentina— habló con delicadeza.

-¿Qué hago aquí? ¿Por qué ese tal Patrick no está aquí con nosotros? ¿No debería pasar por esto también? —me atreví a preguntar. Nuevamente Jonathan largó un suspiro como si yo fuera un collar de plomo colgado en su cuello.

-Comprendo que está aún procesando lo sucedido. Como el agente Rider me acaba de informar, el señor Williams fue enviado a la zona roja a diferencia de usted que está aquí, en la zona blanca con nosotros. Eso es una buena noticia.

-¿Qué es eso de zona roja y zona blanca? ¿El infierno y el cielo?

-El cielo no existe—me respondió Fleur— El infierno sí—asintió.

-¿Y a dónde vas si oraste bien toda tu vida?

-Tienes la posibilidad de reencarnar.

Acaba de decir... ¿Re... encarnar? Es decir, ¿volver a nacer? ¿Es eso posible?

Clavé mis ojos sobre el señor de cabellera blanca que me sonreía con dulzura como si fuera un padre hablando con su hija. Con sus manos juntas sobre su regazo.

-Si estoy aquí... ¿significa que voy a reencarnar? —pregunté sorprendida. Debería sentirme bien que al parecer fui una buena persona en mi corta vida y no tengo que ir al infierno.

-Trataremos que eso sea posible, señorita.

-¿Perdón? —pregunté confundida— ¿Debo pasar alguna clase de prueba o algo así para eso? Pensé que si tuve buenas acciones en mi vida. ¿No debería bastar eso para volver a nacer?

-No es tan simple—respondió lentamente— Los agentes aquí presentes también son almas en espera como usted, señorita Harrison. Pero, como verá, siguen aquí en la zona blanca con nosotros porque aún no han podido reencarnar...

¿Cómo?

¿Ellos están aquí porque no han podido reencarnar? ¿Significa que, si no logro reencarnar me pasaré todo el más allá siendo compañera de trabajo de Jonathan? hasta ahora, no estoy segura si la zona roja no era una mejor opción, tanto para Jonathan como para mí. ¿Podría elegir estar con Jimin?

-¿Y qué debo hacer para reencarnar? Lo haré sin problemas. ¿Debo ayudar a alguien?

-Debes cumplir las misiones pendientes de tu alma.

Que debo...

...¿qué?

-Lo siento, creo que no estoy comprendiendo, señor. ¿ A qué se refiere?

-Todos morimos dejando cosas pendientes en el mundo de los vivos, en esta vida o en las pasadas. Para poder reencarnar se necesita que su alma esté completamente limpia para volver a nacer. Mientras no podamos cumplir con nuestras tareas pendientes, nuestras almas quedarán en espera en la zona blanca.

-Pero... no creo haber dejado algo pendiente tan importante como para no permitirme reencarnar, señor—él sonrió divertido. Sinceramente, no le veo lo divertido a terminar siendo trabajadora social en una empresa que trabaja con almas buenas y malas. Prácticamente salí de una oficina para entrar en otra.

-Lo siento, señorita Harrison. Pero si su alma no reencarno al instante de haber muerto, entonces aún tiene cosas pendientes que resolver.

-¿Y qué? ¿Se supone que debo hacerlo por mi misma? ¡No tengo idea lo que puedo y no puedo hacer! —aquello sacó una pequeña carcajada del señor todo poderoso. Seguía sin hacerme gracia, no era un jodido stand up.

-Claro que no, señorita. Para eso tenemos a nuestros agentes. ¿No es cierto Rider?

Todos quedamos en silencio.

-¿Perdón? —chillamos Jonathan y yo al mismo tiempo con expresiones de horror. ¿Estaba diciendo lo que yo pensaba? 

Un vínculo eternoWhere stories live. Discover now