Capítulo 32

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Me miré al espejo del baño. Las heridas de las pruebas pasadas ya ni siquiera se veían y podía moverme con facilidad. Había decidido cortarme el cabello el día anterior ya que no quería que pasara otro incidente como en Fuego. Curiosamente, lo hice en la Enfermería. Al parecer ahí hacían todo relacionado con la higiene, además de salud. Tal vez ahí pediría un blanqueamiento de dientes. Es broma, no los tengo tan sucios.

Al salir de ahí, Fred me esperaba en el umbral. No quería perderse eso para nada.

Al llegar a la sala de Tierra, había más gente de la que había ido a verme en Fuego. Y es que tal vez todos los Tierra fueron a verme. No sabía si esperaban que de repente algo desastroso y lamentable ocurriera.

Al igual que en las pruebas pasadas, Arthur e Ingrid se encontraban ahí, con un bastón café en una mano. En otra mesa estaban Jared y Sophie. Uno estaba con el ceño fruncido y la otra se veía un tanto deprimida y asustada. Eran como dos polos opuestos.

Nadie dijo nada. Ingrid tan solo se levantó de su lugar y colocó sus pulgares en mis sienes para crear el vínculo. No pude evitar sacudirme al sentir la descarga.

"Listo", oí su voz en mi mente. "Si te concentras lo suficiente y haces todo lo que aprendiste, rescataremos a tu padre". Yo sólo asentí y caminé hacia las puertas.

Deslicé mi mano por las argollas de metal. Se sentían frías.

"Vamos, no te distraigas", apremió la voz de Ingrid. Al empezar a abrir las puertas, evité lo más posible pensar en lo que dijo James sobre las pruebas. Pero cuando tratas de no pensar en eso, piensas en eso.

Cuando entré por la puerta, sentí como Ingrid se alarmaba por mis pensamientos.

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La oscuridad se apoderó del lugar.

Estuve caminando así por mucho tiempo, sin saber si tenía que encender luz con tierra. Palpé el suelo, pero no había tierra. Parecía algo rocoso...

Caminé hasta ver un arco de luz. "¿Qué hay al final del túnel?", pensé y me reí. El ruido rebotó por todas partes. En definitiva estaba en un túnel.

Al llegar al final, salí a un bosque enorme y florido. Parecía un bosque de primavera.

Caminé y caminé y nunca llegué a un final. Este bosque era tan grande como el mundo detrás del ropero.

¿Qué debía hacer aquí? No había nada más que árboles y tierra. ¿Debía de levantarla? Y justo cuando me harté de solo caminar e iba a levantar una enorme esfera de tierra, el suelo se niveló y los árboles desaparecieron. Enfrente de mí, se alzaba una montaña de tantos metros que ni siquiera podía ver la punta.

Miré al mí alrededor. Verde y café. Me harté de ver sólo esos colores. Supongo que me harté de ver los colores de la vida. Ja, ja, mal chiste.

Puse una mano en la pared de la montaña. Si querían que la escalara, estaban locos. Esa pendiente estaba tan vertical que dudaba si se le decía pendiente y no verticaliente.

Luego lo entendí. "Qué idiota. Estoy en Tierra, duh. Puedo mover la tierra". Coloqué la palma abierta sobre la superficie rocosa y luego estiré. De la sección que estaba cubierta por mi mano, salió un escalón como si fuera un cajón.

-Genial...

Abrí otros cuántos más cajones de tierra hasta donde pude alcanzar y luego los subí. No era tan difícil. Era tierra, pero soportaba mi peso; lo cual era extraño. Al llegar al último escalón, estiré la mano para abrir uno más. Miré arriba y vi lo que parecía ser un largo viaje. Así que, pensé en hacer algo más.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora