Capítulo 11

7.1K 280 51
                                    

¡Clonk!

No fue hasta ese ruido que me di cuenta que me había quedado dormido en el restaurante. Abrí los ojos y empecé a tantear en la oscuridad. A mi derecha pude notar que había cajas apiladas. A mi izquierda y al frente de míestaba vacío.

Apoyé mis manos en el suelo. Era de madera.

¡Clonk!

Ese ruido de nuevo. Ahíme di cuenta que no estaba solo.

Me levanté lentamente para no tirar las cajas, pero como el suelo era de madera, crujió.

-¿Quién anda ahí?- dijo una voz de chica.

-Soy bueno, lo juro.- dije, levantando las manos, a pesar de que no me podía ver. Escuché que la chica avanzó ciertos pasos y dijo:

-Habla.

En esa oscuridad no sabía si confiar en ella. No sabía si era la séptima persona.

-Ehm...- dio otros pasos- Soy... Max- otros pasos que sonaron más cerca.

Se detuvo y pude oír cómo abría una mochila y sacaba un objeto de ahí. Se oía como un sonajero.

Me puse nervioso. No sólo por el hecho de que no la pudiese ver, sino, porque no sabía qué podía hacerme con un... ¿sonajero?

Escuché otros pasos y unas gotas de sudor aparecieron en mi frente.

Empecéa planear una ruta de escape. Tal vez por la ventana, aunque...

Sin pensarlo, tanteé en la oscuridad hasta sentir la caja más alta. Cuando la identifiqué, la empujé, haciendo ruido y confundiendo a aquella chica.

Volvieron a escucharse los pasos, sólo que esta vez más lejos.

Bien. Es mi oportunidad de escapar.

Levanté el pie derecho con cuidado de que la madera no crujiese, cosa que logré. Cuando levanté el izquierdo, éste hizo un ligero ruido, que por suerte fue ligero y la chica no los oyó.

Empecéa imaginarme millones de cosas de lo que pudiese haber enfrente de mí, desde cunas hasta pozos sin fondo que llegaban al otro lado de la tierra. Por suerte mi imaginación creó la imagen de mesas y sillas. Como debía de ser.

Tanteé en el aire y encontré una mesa. Todas las sillas estaban encima, volteadas al revés. Avancé con sumo cuidado por alrededor de la mesa hasta que lo que creí que era la mitad. Después, estiré mi mano hacia mi derecha con lentitud, por si habían otras cajas ahí. Como no sentí nada, adelanté un pie, evitando que el suelo crujiera. A mi derecha, escuché los pasos de la chica, y luego su voz:

-¿Dónde estás?

No respondí.

Moví el otro pie hacia adelante, soltándome de la mesa. Nada. El otro pie. Nada. Estiré mis manos. Nada.

De pronto, el pánico se apoderó de mì. Creía que había un enorme pozo ahí, y que si caía debía olvidarme de vivir. Aunque no era tan mala idea respecto a las siete personas...

No.

Adelanté otro pie.

Sentí el suelo.

Genial. Aún seguía vivo.

-¿Max?- preguntó aquella chica, haciéndome enmudecer. Me habló... y por mi nombre... No se lo había dicho.

Estiré otra mano, y sentí la mesa contigua. Me sostuve del borde y seguí mi rutina: levantar un pie, poner la punta para saber si hay algo, pisar ligeramente, repetir con el otro pie.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Where stories live. Discover now