Capítulo 35

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El terror no tardó en llegar y los nervios me invadieron.

Tenía que concentrarme. Tenía que terminar todo esto. No importaba de qué manera.

Estiré mis manos hacia el frente. No me había movido de las puertas. O al menos eso creía. Porque al estirarme, no había nada. Giré hacia todos los lados, con los brazos extendidos, pero no había nada. Genial. Había perdido un punto de referencia. Ahora estaba solo en la oscuridad.

En el espacio escuché un golpe seco y pude ver una rendija de luz que desapareció al instante. Me guié por el ruido y caminé hasta que sentí que chocaba contra algo. Bajé las manos y sentí una plataforma de madera. Avancé las manos y había otra plataforma más arriba. Era una escalera. La subí con cuidado de no tropezar hasta que mi cabeza topo con algo.

Levanté ambas manos y empujé, era una trampilla. Estaba en un sótano. Empujé un poco más y la luz entró. Afuera había un olor a humedad. Escuché el murmullo del viento. ¿Una tormenta?

Empujé con más fuerza y logré levantar la trampilla. Dejé que mis ojos se acostumbraran a la luz mientras el viento me soplaba con fuerza en la cara. Miré a mi alrededor y pude ver una calle abandonada, con miles de cosas flotando por el aire. Definitivamente se acercaba una tormenta. Cerré los ojos por un momento cuando el recuerdo de la Sombra explotando con el rayo me vino a la mente.

Salí al aire libre caminando con el viento. Las hojas de otoño se agitaban a mi alrededor, los periódicos se pegaban a mi cuerpo, y algunos otros objetos eran arrastrados por el suelo. El viento cada vez empeoraba más que me era muy difícil avanzar sin ser tirado al suelo.

Hice que el aire a mi alrededor se apartara de mí, así el aire que soplaba fuerte ya no me empujaba. Caminé con cuidado de que el aire se mantuviera ahí. Alrededor, las casas también parecían abandonadas. ¿Qué tenía que hacer?

Con el tiempo, el aire empeoró aún más y a lo lejos escuché un rugido. Corrí hacia él, pero nunca llegaba a la fuente del sonido. Las casas eran tan casi iguales que me perdía entre ellas.

Atrás de mí escuché unos golpes en el suelo y, cuando me di vuelta, un ladrillo empezaba a flotar hacia mi cara. Con las manos hice que el viento lo empujara hacia un lado y fue a parar al cristal de un auto. El auto se sacudió, y pude ver que algunos cristales empezaron a flotar. A lo lejos vi a un bote de basura arrastrarse. Yo no podía sentir el aire que estaba a mi alrededor, pero estaba seguro que eso no era normal.

Sin voltear hacia atrás, empecé a correr. Y, aunque estuviera dentro de mi "burbuja", era difícil. El viento cada vez era más fuerte hasta que pude ver como algunas tejas de los tejados empezaban a desprenderse y los árboles se arqueaban bastante. El rugido empezó a crecer, pero no quería ver lo que era. Estaba claro que eso no era una tormenta.

Seguí corriendo y esquivando más cosas como botellas, cajas, más botes de basura. Fue entonces cuando tratando de esquivar otro ladrillo, perdí el control del aire y fui tirado al suelo. Ahí fue cuando lo vi.

Inmenso, potente, gordo. Esas palabras describían al tornado que se encontraba muchos kilómetros detrás de mí. Presioné mis manos contra el asfalto. Estaba lo bastante lejos, pero aun así me estaba llevando con él.

Estiré una mano y volví a crear esa burbuja protectora. Logré levantarme y correr lejos de ahí. Los coches también empezaron a arrastrarse y las señales de tránsito también salían volando. Tenía que correr o iba a morir.

Sentí un escalofrío que me recorrió el cuerpo completo. Sentí que alguien estaba ahí. Sentí que algo estaba entrando en mi cuerpo. De repente me sentí cansado.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Where stories live. Discover now