Capítulo 21

5.3K 234 26
                                    

-¿Cómo... cómo puede ser eso posible? -pregunté mientras daba vueltas por la habitación.

-No lo sabemos -respondió Arthur indiferente. Me detuve y lo miré. Ese hombre me había contado muchas cosas hacía solo unos minutos. Tan solo unos minutos atrás no sabía nada, y ahora... ahora sé que hay una especie humana con un super cerebro invisibles a los humanos. No podíamos hacer nada, no podíamos mostrarles nada. Sus cerebros no estaban capacitados para verlo.

También me había comentado que yo había sufrido un accidente a los siete años. Un accidente en el cual ya había usado mis poderes.

-Eso... eso es imposible -dije volviendo a caminar por la habitación.

-Pero no lo es -contrarió Ingrid. Ella creía que yo era especial por haber soñado. Y no solo por eso. También por haber usado mis poderes a los siete años. Lo cual es curioso porque sólo después de los doce eres capaz de usarlos.

No podía ser ese chico. No podía serlo, es imposible. No pude haber sido yo, no pude haber controlado ese fuego.

-Si yo soy ese chico... -empecé mientras seguía caminando por la habitación. Si yo era ese chico... mis padres debieron haberme dicho alguna vez. O debería de haber una noticia. Vamos, acaso si hay un gran incendio debería ser informado al resto-. Si yo soy ese niño... -repetí. Si yo era ese niño debía de tener alguna marca... o algún recuerdo. Cerré los ojos y memoricé el sueño, pero nada se me venía a la mente-. Si yo soy ese chico...

-Creo que ya tenemos muy claro que tú eres ese niño -comentó Ingrid, irritada. Pero yo la ignoré.

-Si yo soy ese chico... debería de recordar algo.

Arthur se giró hacia mí y me miró, pero yo seguía caminando de lado a lado.

-¿Recuerdas algo?

Me concentré en lo máximo. Recordaba la casa del sueño al completo, pero parecía como si fuera la primera vez que la había visto. Era frustrante.

Sin embargo, hay algo en mi sueño que sí recuerdo haber visto. Las figuritas de cristal de mi mamá. Aún recuerdo cuando me daba un ligero golpe en la mano cuando quería agarrar una de ellas. Pero cuando trato de recordar cómo era la habitación, el recuerdo se desvanece.

-No... no puedo recordar nada.

Ingrid lanzó un suspiro de frustración.

-¿Sabes? -empezó desde el sillón- No te preocupes tanto. A veces es normal no recordar accidentes cuando...

-¿Normal? -me giré hacia ella- ¿Una casa se incendia, donde se supone que to estuve ahí, donde controlé el fuego por primera vez cuando debía de suceder años después? ¿Quién olvidaría eso?

Todo esto era extraño. ¡Debía de tener algún pequeño recuerdo, por dios! Recordaba cosas como que a los seis estaba paseando con mis padres. O que iba en un auto y mi mamá decía "Ya llegamos", pero al tratar de recordar el escenario... todo se hacía polvo.

-No, no. Esto no tiene sentido -me acerqué a la puerta, donde podía ver a Jennifer dormida en el sofá.

-Max, piénsalo bien -dijo Ingrid levantándose del sillón.

-No. Ustedes piénsenlo mejor -miré a Arthur-. ¿Cómo pueden decir que yo soy ese niño, si ni siquiera yo puedo comprobarlo? Ni siquiera sé si lo que dicen es verdad.

Como ninguno de ellos habló, abrí la puerta y salí.

Corrí hacia mi derecha, hacia la entrada. Afuera aún era de noche, así que me golpeé contra una mesa. Salí de la cabaña y bajé los escalones.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora