Capítulo 45

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Al agarrar conciencia, escuché unos pasos. Éstos resonaban en todo el lugar, que al parecer era grande. No sentía frío, lo cual era extraño, a menos que alguien me hubiese movido de lugar.

Al abrir los ojos me encontré en el mismo lugar, en aquella caverna de hielo. Por el agujero encima de mí seguía cayendo nieve pero no había rastro ni de Jared ni Brenda. Levanté la cabeza y sentí un dolor agudo en la frente, pero no importó. Busqué con la mirada el originario del ruido, y desde uno de los tantos túneles que estaban en la pared de la caverna, vi a un hombre salir caminando. Con dificultad me puse de pie y descubrí que llevaba ropa sucia y andrajosa; su barba era larga y parecía que no había dormido en días. Al acercarme pude notar que en definitiva era mi padre.

Corrí hacia él con tanta emoción que olvidé que había caído metros y que moría de frío. Esquivando todas las columnas de hielo que se habían creado con las estalactitas y estalagmitas, llegué a mi padre. Lo rodeó con mis brazos y le di un fuerte abrazo. Estaba ahí, al final de cuentas lo había encontrado y nos habíamos visto una vez antes de morir.

Estaba tan emocionado, no podía creerlo. Estaba tan absorto en lo increíble que era la situación, que no me di cuenta que mi padre parecía una zombie.

-Cuidado -susurró. Me separé de él y lo miré a la cara. Sus ojos me miraban a mí, o al menos estaban en mi dirección, pero estaban perdidos en el vacío. Sus ojos empezaron a llenarse de agua y las lágrimas corrieron por sus mejillas-. Está en ti -murmuró. Y entonces, alguien saltó encima de mí, tirándome al suelo.

Sentí una mano fría posarse en mi cuello y la otra mano aplastaba mi cabeza contra el hielo. De pronto me soltaron. Al darme vuelta pude ver quién era mi atacante, era Él. Sus dientes perfectamente blancos me miraban a través de esa sonrisa psicópata y sus ojos completamente oscuros penetraban mi mirada, como si quisiera ver mi alma.

Él me agarró mi cuello y me levantó con tanta facilidad por encima de su cabeza. Su mano apretaba tan fuerte que me cortaba el oxígeno. Tenía que hacer algo, intentar que me soltara. Pero con un hombre como Él, era imposible soltarse de su agarre. Cuando mi mirada estuvo a punto de oscurecerse por completo, Él me miró directamente a los ojos y frunció el ceño.

-Es cierto -espetó. Luego me lanzó lejos de él. Caí con una sacudida y mis pulmones poco a poco recibieron oxígeno frío de nuevo. Dolía el aire frío, aunque era mejor que nada. La cabeza me dolía y mis oídos estaban tapados, pero aun así busqué a mi padre. Sin embargo, no lo encontré en ninguna parte.

-¿Dónde... está? -pregunté con la voz ronca y en un balbuceo. Él estaba dándome la espalda, pero aun así giró la cabeza hacia mí, y me dirigió otra mirada penetrante e intimidante con esos ojos negros.

-Encuéntralo -respondió secamente y desapareció.

Escuché un bufido y eso me hizo despertar. Abrí los ojos y me encontré en la misma caverna de hielo, pero no había rastro de Él. Me agarré el cuello y recordé la sensación de dolor que me había dejado, pero no dolía. Había sido un sueño. Miré hacia los lados, pero no había nadie, ni siquiera se podía a ver a mis amigos. La roca que se estaba desprendiendo seguía ahí, aunque ya caída.

Cuando levanté la cabeza pude notar con el rabillo una cosa peluda y morada que se movía de lado a lado. Intenté arrastrarme hacia la roca más cercana y esconderme detrás de ella, pero mi pantalón decidió traicionarme e hizo ruido contra el hielo, por lo que me quedé tan sólo tirado mientras esa bestia daba media vuelta y miraba en mi dirección.

Acercó su extraño hocico por encima de la roca y pude sentir su caliente aliento, que si bien me tranquilizaba, a la vez me desesperaba. Yo moría por dentro por respirar, necesitaba hacerlo o moriría. Pero si lo hacía, si hacía cualquier mínimo ruido, el monstruo me descubriría y me comería de una sola mordida. Cerré los ojos mientras contenía la respiración, creyendo que de esa forma se alejaría, pero podía sentir su aliento aun más cerca. Pero justo cuando ya no aguanta, cuando iba a soltar el aire, escuché que dos bolas de nieve le golpeaban.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Where stories live. Discover now