Cap.13

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El trío de chicos se dirigieron al centro comercial. Entre bromas, risas, música y chismes de por medio; después de unos cuántos minutos llegaron ha aquel lugar repleto de personas.

Estacionaron el carro y fueron directamente a buscar aquel restaurante del que BamBam hablaba.

Una vez dieron con el pidieron su comida y desayunaron con tranquilidad; al terminar visitaron algunas tiendas, compraron ropa, video juegos etc, a los hermanos les encantaba comprar video juegos aunque sabían que no usarían la mayoría.

—¿No creen qué tienen un problema de consumismo?— dijo la castaña viendo las bolsas repletas de distintos videojuegos.

—Para nada, solamente compramos lo necesario— contestó la más alta.

—Si, claro— respondió la más baja rodando los ojos.

—¿Ya nos vamos?— pregunto el menor de los tres.

—Claro, iré por el auto— dijo la peliroja.

La castaña y el tailandes esperaron a que la tailandesa volviera, vieron el carro a lo lejos.

Un fuerte golpe se escucho, los ojos del tailandes reflejaban miedo mientras que los de la castaña se comenzaban a cristalizar. Un camión de carga se había estrellado contra el auto dónde iba la tailandesa.

La castaña fue corriendo hasta dónde estaba el auto, intento abrir la puerta dónde estaba Lisa, pero estaba atascada, de sus ojos caían lagrimas y de su voz palabras desesperadas.

—Lisa, dime que puedes oírme, por favor—le decía la castaña a la tailandesa —Lisa, respondeme— su labio inferior temblaba, su vista era borrosa por las lágrimas acumuladas; finalmente pudo abrir esa maldita puerta, los ojos de la tailandesa miraban fijamente los de la castaña —Lisa, respira por favor, no, no cierres los ojos, no lo hagas, quédate aquí, quédate conmigo— la castaña acariciaba la mejilla de la tailandesa, esta solamente le dio una suave sonrisa antes de cerrar los ojos.

Llegaron un par de patrullas, una grúa y una ambulancia, lograron mover el camión, por suerte el conductor estaba bien, sin ningún rasguño, claro que la tailandesa no corrió con la misma suerte.

—Preparen una camilla, rápido— pidió uno de los paramedicos.

Con ayuda de los bomberos lograron sacar a la tailandesa del auto, la subieron a la camilla y la metieron a la ambulancia.

—¿Tiene algún familiar?— pregunto un paramedico.

—Yo soy su novia y el es su hermano— dijo la castaña entre sollozos.

—Suban a la ambulancia, por favor—

El par de chicos subieron mientras que otro paramedico reanimaba a la tailandesa.

—Denle una dosis de atropina y pónganle el Oxígeno—

El ritmo cardíaco de la peliroja era muy bajo, su cuerpo no respondía ha la atropina; unos minutos después llegaron al hospital, bajaron ha la peliroja y se la llevaron a urgencias comenzando a atenderla.

—Les recomiendo que a ustedes los revise un doctor, para descartar algún tipo de daño— sugirió uno de los doctores de turno.

Las horas pasaban y aún no sabían nada de la tailandesa, cosa minuto que pasaba parecía eterno, la castaña ya había mordido sus uñas, su cuello estaba rojo e irritado por rascarse frecuentemente y sus labios estaban agrietados.

—¿Familiares de Lalisa Manobal?—

—Yo soy su novia—

—Mire...es difícil para mi decirle esto, lo lamento mucho de verdad, pero no pudimos hacer nada, la señorita Lalisa acaba de fallecer, lo siento—

Aquellas palabras resonaban en su mente "la señorita Lisa acaba de fallecer" parecía una jodida broma, pero no lo era, era la realidad, las lágrimas no tardaron mucho en salir, su rostro se puso completamente pálido.

—Usted puede pasar a despedirse si así lo quiere—

Y así fue, paso a aquella habitación dónde su amada había dado su último respiro, donde había dejado su corazón, dónde había acabado su felicidad.

Sus manos se aferraron a aquel cuerpo sin vida, daba gritos desgarradores que podría jurar se escuchaban hasta el último piso de ese gran hospital.

—¿Por qué tuviste qué dejarme? —Por qué así?— le reclamaba aferrándose a ese frío cuerpo —Lalisa despierta, por favor—  le pedía a gritos mientras su voz se entrecortaba.

—Señorita, tenemos que llevarnos el cuerpo—

—No, dejela aquí, no quiero que se vaya— le respondió con voz baja, pues su garganta estaba lastimada de tanto llorar.

—Señorita Kim, de verdad tenemos que llevarnos el cuerpo de la señorita Manobal—

Un doctor entró por aquella puerta sacando casi a rastras a la castaña de aquella habitación.

El funeral estaba echo, había asistido la familia Manobal, la familia Park, los Kim quienes vieron a su hija presente, y algunos viejos amigos de la tailandesa.

—Queridos hermanos, el día de hoy estamos reunidos para darle una sincera despedida a una hija, una hermana, una amiga, una querida persona, estamos aquí para despedir el cuerpo de Lalisa Manobal, le doy mi más sentido pésame a la señora Manobal y a su hijo— despedía el padre encargado.

La castaña no podía dejar de llorar, sus lágrimas salían por si solas, no las controlaba. Comenzaron a enterrar el cajón, una vez terminaron las personas se fueron a sus respectivas casas, pero Jennie, ella no, ella se quedo en aquel lugar.

Ella se quedó contemplando el nombre del amor de su vida grabado en una lápida, pensar que nunca pudo decirle al mundo que ella era su novia, que nunca pudo disfrutar de ella como debía ser, que nunca pudo confesarle lo rápido que su corazón latía cuando ella estaba cerca, le dolía.

Estar muerto es malo, pero es aún más malo estar vivo y sentir que estas muerto; no sentir alguna otra emoción más que el dolor es estar jodido, Jennie estaba jodida.







La muerte no es una muerte
total, sino la continuación de
la vida por otros caminos
—Vicente Ferrer.

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⏰ Last updated: Jan 01 ⏰

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Amárrame.  Jenlisa [G!P]Where stories live. Discover now