Capítulo 5: Familia de verdad

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Eranza observaba las muñecas de su habitación, eran muy bonitas y jugaba con ellas, pero hacerlo sola le hacía sentir rara. A Aznaré no le gustaba jugar con ella.

Le había pedido que se quedara allí y que no saliera, y ahora como consecuencia estaba aburrida.

Se abrió la puerta y eso la puso en alerta. Vio que era su aparente madre, quien se asomó y le sonrió.

—¿Puedo pasar? —Preguntó amablemente.

—Sí —Eranza asintió. Quería entretenerse con alguien al menos.

—¿Y tu hermano? —Se acercó a ella y acarició su cabello. Eranza suspiró mientras miraba sus muñecas.

—Salió, quién sabe a qué —Alzó los hombros y su madre se sorprendió—. Aznaré es así, mamá, callejero.

—Ya veo —Notó que su hija estaba aburrida y tomó una de sus muñecas. Eranza la vio—. Se parece mucho a tu padre, a él también le gusta salir.

—Los hombres son terribles —Suspiró como berrinche. Andreaw rio—. Siempre nos dejan solas y hacen lo que les da la gana. Me caen mal.

—Por eso entre nosotras tenemos que apoyarnos, así jamás estaremos solas —Andreaw le sonrió y Eranza la miró—. ¿Quieres jugar?

—¡Claro! —Eso a la niña la emocionó bastante y sacó todas las muñecas para empezar a jugar—. Es lo que siempre he querido, una amiga para jugar.

—Yo puedo ser esa amiga —Andreaw empezó a jugar con ella y Eranza le sonrió—. Así no te sentirás sola.

Jugaron por horas mientras se reían y se sentían unas niñas pequeñas. Andreaw disfrutó el tiempo con su hija y esperaba que así como compartía con Eranza, Luzbel pudiera compartir con Aznaré, pero no sabía si ellos se llevarían bien.

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—Jefe... —Einel yacía nervioso ante la presencia de Luzbel y éste observaba a Mica con el piano—. Ella también quiere aprender.

—Claro, entiendo —Su semblante serio no significaba nada bueno y de un momento a otro miró a Aznaré. Éste se asustó—. Aznaré, ven aquí —Lo llamó con un ademán y el niño se le acercó con cierta inseguridad—. ¡No me tengas miedo! —Lo agarró por el hombro y se lo acercó. Eso le heló la sangre al chico—. Dime, ¿Cómo te trata Einel?

—B... bien... —Habló nervioso. Ese sujeto le daba miedo. Luzbel se dio cuenta de eso.

—Tengo entendido que te gusta leer —Aznaré podía notar que su padre parecía forzarse a hablar con él—. Hay una biblioteca al lado que te puede gustar, ahí encontrarás unas cuántas lecturas que te pueden resultar bastante interesantes.

—Ok..., señor... —No quería llamarlo padre—. Pero estoy bien... aquí...

—Bueno, Einel es una compañía interesante —Miró al joven demonio y éste se asustó—. Pero si hace algo raro, me avisas.

—Ok... —Luzbel finalmente se retiró y Aznaré soltó el aire que contenía por culpa de los nervios.

—Da miedo, ¿Verdad? —Preguntó Einel, riéndose un poco. Aznaré lo miró feo—. No te estoy llamando cobarde, simplemente da miedo, todos aquí le tememos bastante.

—¿Por qué? —Preguntó Aznaré. Su comentario le había generado curiosidad.

—Porque... —Su semblante se tornó serio de un momento a otro y el chico se percató de que incluso sus ojos se apagaron un poco—. Porque el jefe es... bastante cruel...

Sueños lúcidosWhere stories live. Discover now