Capítulo 3.

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Engagement.

Aitara.

La oscuridad de la noche nos acompaña de camino a la exposición. Una fila de camionetas vienen tras nosotros y me trae ciertos recuerdos. Hace mucho no salía a un lugar con tanta seguridad.

La Suburban negra y blindada se detiene frente a la galería gigante. Los guardaespaldas son los primeros en salir y abren la puerta para nosotros. En cuanto bajo de la camioneta, los flashes se disparan.

Tras de mí sale Nathan aumentando los flashes. El cabello rubio y lacio me roza las nalgas y es un perfecto contraste con la gabardina negra y el vestido color marfil hasta las rodillas y mangas largas.

Sí, acabo de decir cabello rubio. Así es como lo he usado todos estos años, y extraño muchísimo mi rojo, pero he tenido que cambiar mi color de cabello, mi estilo de vestir y mi forma de hablar para que nadie sepa la realidad detrás de mí.

En otros años hubiese usado un vestido rojo y ajustado en conjunto con una gabardina negra y unos tacones del mismo color y tan puntiagudos y pudiese matar con ellos.

Pero lastimosamente yo ya no soy más Aitara Maxwell Blake. Soy Daneshka Meyer.

Nathan toma mi mano entrelazando nuestros dedos y me guía hacia la galería, aunque los periodistas y paparazzi nos impiden el paso.

—¿Cómo se siente de ser la modelo principal de la exposición? —Pregunta uno.

—No soy la modelo principal, soy la única —presumo con una sonrisa—. Y se siente muy bien al fin poder modelar para mi novio, él siempre me estuvo insistiendo y creo que por fin era el momento de hacerlo.

Las luces de los flashes me hacen levantar la mano derecha para cubrirme de ellos, grave error porque todos se centran en la gran cicatriz en la palma de mi mano.

—¿A qué se debe eso? —Indaga uno y me empiezo a sentir ofuscada con tanta gente extraña rodeándome.

Miro por sobre mi hombro y trato de ver a todas partes sintiéndome insegura tan expuesta. Aún hay gente detrás de mí y este no es el lugar más seguro. Me siento observada.

Trato de avanzar y no puedo. Trato de retroceder y es imposible. Mis ojos buscan alrededor y en cada maldita azotea de este lugar. Siento que me están observando como un halcón a su próxima víctima.

—Nathan, vámonos. —Le susurro y al ver mi cara entiende que no estoy a gusto en este lugar.

—Lo siento, debemos irnos. —Dice, me toma de la cintura pegando mi pecho al suyo y los guardaespaldas nos abren un estrecho camino para pasar al fin a la galería.

En cuanto entro me quito la gabardina, me estoy sintiendo sofocada y sé lo que viene con ello. Nathan también lo sabe y por ello va rápido a la mesa por un vaso de agua. Ni siquiera notamos la presencia del resto de invitados.

—Respira. —Me dice—. Dan, algún día tendrás que acostumbrarte a sus preguntas incómodas. Son muy agobiantes.

—Ya lo sé.

Me tomo el agua y controlo mi respiración. No me voy a arruinar la noche solo por unas malditas cicatrices. Me prometí hace apenas unas horas que ya este maldito pasado iba a quedar enterrado y así debe ser.

Me acabo el vaso de agua y alcanzo a ver a Jack y Aliah acercándose a nosotros en compañía de Natasha y Helena.

—Están hermosas. —Natasha se acerca a Nathan y le da un fuerte abrazo—. Estoy muy orgullosa de tu trabajo.

Le da un beso en la mejilla que me hace sonreír. Este par siempre se tratan como hermanos, un segundo pueden estar matándose y al siguiente se adoran.

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