Capítulo 7.

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Ritorno.

Aitara.

El amanecer me toma despierta de nueva cuenta. Todo se está movilizando lo más pronto posible, mi tío insiste en quedarse en Francia y así lo hará, pero con el triple de seguridad y en un departamento nuevo. Maximilian se negaba rotundamente a que me regrese a Italia, pero es lo que haré.

Mi celular vuelve a sonar y es Nathan otra vez. Hace casi dos días que no hablamos nada y ni siquiera sé cómo decirle esto.

Debe estar muriendo de preocupación con lo que pasó ayer en la exposición. Se supone que iba a ser el cierre de mi vida en la mafia y resultó siendo todo lo contrario.

Decido contestar.

—Hola.

—¡Dios! Pensé que estabas muerta.

—Lamento mucho no haberte contestado antes, esto es muy...

—¿Estás herida? ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

—Calma, no puedo contestar tantas preguntas a la vez.

—Lo siento, estaba muriendo de preocupación.

—Estoy bien, ¿si? Tranquilo. Pero necesito hacer un viaje y no quería irme sin despedirme aunque sea por llamada.

—¿Un viaje...? ¿A dónde?

—No puedo decírtelo, solo confía en mí, por favor.

Escucho un suspiro cansado y largo al otro lado de la línea.

—No hago más que confiar en ti. Lástima que no recibo lo mismo de tu parte.

—Es para mantenerte seguro, lo prometo. —Respiro profundo—. Debo colgar.

—Te amo, ¿lo sabes?

—Lo sé, te quiero.

Es lo último que digo antes de colgar con un extraño sentimiento ante mis palabras.

El cielo está en un tono rosáceo que lo hace lucir muy bonito, pero toda mi atención está sobre el pequeño rubio. Es increíble lo parecido que es a Matteo, es como una pequeña copia suya, mientras que de Ileana no tiene nada. No parece hijo suyo.

El hangar pasa totalmente desapercibido como todos los de la mafia italiana y los antonegras se mantienen alerta desde sus posiciones. Actúan como si me conocieran, lo cual me resulta extraño, y protegen a Sareth como lo más valioso. Es notorio el cuidado que tienen con él y se ve como un niño feliz.

En cuento suelta la mano de su abuelo, viene a mi lado corriendo y se detiene en cuanto está frente a mí. Levanta la cabeza viéndome a los ojos y el cabello rubio le cubre la frente, pero me deja ver sus hermosos ojos verdes.

—¿Puedo ir a tu lado en el avión? —Pregunta y siento mi corazón contraerse.

—Por supuesto.

Le aseguro y me pongo de cuclillas frente a él. Le muevo el cabello de la frente permitiendo que me vea mejor. Y él aparta un mechón mío colándolo tras mi oreja.

—¿Cómo me conoces? —Le pregunto y frunce el ceño tal como lo hace su papá cuando algo le resulta irrelevante.

—Eres la esposa de mi papá, mis abuelos me lo dicen. Además, hay fotos tuyas y de papá en casa. Dice mi abuela que son de hace mucho porque ustedes se conocen desde niños.

Mi barbilla tiembla, pero me contengo. «La esposa de mi papá» que más hubiese yo deseado.

—Me gusta mucho tu cabello, es rojo como la sangre.

TUYO.Where stories live. Discover now