Capítulo 5.

1K 94 85
                                    


Pasado.

Aitara.

La tarde del día siguiente me toma sin dormir ni un segundo. Mi mente está alerta y recapitulando cada segundo, cada palabra que dijo, cada cosa que pasó anoche.

¿Quién era?

Una parte de mi corazón desea tanto que haya sido Matteo, pero es imposible. La primera razón es que, Matteo está muerto y la segunda es que él jamás me lanzaría sobre una mesa de cristal de esa manera. Pude haberme desnucado y muerto en ese mismo instante.

Pero Matteo está entrenado, todos sus movimientos son calculados y sabría dónde dejarte caer para que no mueras y solo debilitarte.

No quiero escuchar a mi conciencia, me niego rotundamente.

La puerta se abre y mi tío pasa la puerta con las bolsas llenas de lo que le pedí.

—¿Estás segura de esto?

—Ese ataque no fue más que una clara advertencia de que Domenico ya sabe dónde estoy, no tiene más sentido seguir fingiendo que soy Daneshka.

—¿Qué hay con Nathan y tus amigas? Ellos no saben nada y tu novio te ha estado llamando toda la mañana.

Me pongo de pie y de un trago termino lo que quedaba en el vaso. El calor del coñac quema mi garganta.

—Hablaré con Nathan luego.

—Necesitas avisarle a Aliah que harás esto, es tu relacionista pública y debe saber qué hacer.

—Solo yo sé lo que debo hacer, tío.

Me planto frente a él y es como estar frente a mi papá, pero con ojos más claros. Tomo las bolsas y quiero avanzar, pero me detiene tomándome de la muñeca.

—No hagas las cosas por impulso, Aitara. No sabes si quien vino anoche es Matteo o un asesino de Domenico.

—Lo sé. Descuida tío, yo sé que no era Matteo. Él jamás se atrevería a golpearme.

—¿Y por qué estás haciendo esto?

—Porque es lo que siempre debí hacer. Huí como una cobarde de Italia en lugar de quedarme a pelear junto a los Beckett y Alenka. Es momento de que Daneshka vaya a tomar un descanso y de paso a Aitara.

—Sabes que te apoyo, pero no te voy a dejar ir a esa exposición sola.

—Lo sé. Por eso irás conmigo, pero solo tú.

Me suelta y mientras él se va llevando consigo la pintura a la exposición, yo subo a mi habitación.

El rojo idéntico al mío se muestra en el empaque con los químicos necesarios para hacer que mi cabello vuelva a su color.

Preparo los químicos y me alisto poniéndolos en mi cabello. Mientras hace su efecto me acerco al resto de bolsas y saco la ropa que trajo mi tío. Una sonrisa nostálgica se forma en mis labios.

Dejo la ropa sobre la cama y voy a mi joyero consiguiendo el brazalete que quiero usar esta noche. El brazalete que me dio Matteo hace años y que me identifica como su esposa, como la esposa del líder. La dama de la mafia.

El tiempo pasa y la exposición de mis pinturas está cada vez más cerca. Me meto a la ducha y al salir me seco el cabello. En cuanto término procedo a retirarme los pupilentes dando paso al azul marino de mis ojos.

Me siento en el tocador y maquillo mi rostro poniendo detalle en cada parte. Y finalizo con un labial rojo cereza.

Me coloco el vestido negro sin tirantes y con un corte V, sensual, pero no explícito. Lo combino con unos guantes negros y unos tacones Yves Saint Laurent.

TUYO.Where stories live. Discover now