Capítulo 8.

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Verräter.

Aitara.

El mapa de Francia se mantiene sobre la mesa y a su lado está el de Italia. Presiono una y otra vez el clic del bolígrafo y es el único sonido en el profundo silencio que llena la mesa.

Maximilian y Alenka están a la cabeza de la mesa y yo me mantengo a la derecha de Alenka, mientras que Sareth está a mi lado usando su tablet y por ratos me mira como si no creyera que yo fuese real.

—¿Y bien? —Pregunta Max rompiendo el silencio.

—Necesito idear bien cómo procederemos en Francia. Debemos ser cautelosos y aliarnos al clan Francés, no voy a actuar sin pensar otra vez.

—Lo dejo en tus manos. —Me asegura—. Pídeme cualquiera cosa que necesites.

—Lo que necesitaba es que hace tres años, cuando supieron la verdad, me lo dijeran.

Mi mirada recae sobre él y dejo caer el bolígrafo en la mesa.

—Pensé que ese asunto ya estaba cerrado y aclarado.

—Por supuesto. Yo te voy a ocultar que Sabina vive durante tres años, luego te digo que es por seguridad y me vas a perdonar en segundos sabiendo que pudiste haberla ayudado durante esos tres años.

—¿Qué hubieses hecho tú que no hicimos ya nosotros?

—Mucho. Yo conozco a Matteo más que ustedes.

—Cuida tus palabras, Aitara.

—Estoy siendo bastante cuidadosa, créeme. En otros tiempos ya hubiese puesto de cabeza Francia.

—Haz lo que consideres. Tienes todo a tu disposición.

Se pone de pie y echa un vistazo al pequeño antes de irse.

—¿Qué quieres hacer? —Interroga Alenka—. Si lo que quieres es explotar Francia entero, tienes mi apoyo.

—Lo primero que debemos hacer es aliarnos al clan francés, ya te lo dije. Lo mejor es tener esos territorios a nuestra disposición. Y es claro que si Domenico está en Francia, está escondido como la rata que es.

—Podríamos ofrecerles Dominio, o en su defecto, de mis creaciones.

—¿Bombas?

—Exacto. Esa sería una buena alianza. Que tengan acceso a nuestra mercancía siempre y cuando nosotros podamos entrar a Francia sin problemas.

—¿Sabes por qué es la enemistad entre los clanes?

—Sí, el idiota de Domenico hizo de las suyas. Como todo un perro traidor se acostó con la esposa del líder del clan francés, en su propia casa. Ya sabrás.

—Lo sé. Las mujeres de los líderes son intocables.

—Así es. A ella la mató por traidora y pues, Domenico huyó, no sin antes poner ciertas bombas en lugares estratégicos y causarle pérdidas a ellos. Es una lacra.

—Entonces no podemos entrar ofreciéndole bombas, sería una total ironía.

—Pueden darle Dominio.

La voz de Sareth llama nuestra atención y me sorprende la soltura con la que se expresa de esto. Y como si no hubiese dicho nada, vuelve a ver las caricaturas en su tablet.

—Yo me encargo. —Asegura poniéndose de pie—. Tú no puedes pisar Francia por ahora.

—No me quedaré haciendo nada. Además, yo tengo asuntos pendientes allá que no arreglé.

TUYO.Where stories live. Discover now