Capítulo 6.

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Der Dämon.

Aitara.

—Matteo... —Susurro con un hilo de voz, pero no consigo nada.

De reojo veo a Max que luce bloqueado, no puede disiparle a muerte a su hijo y sabe que de dispararle y no matarlo, Matteo contrarrestará.

Él retrocede soltándome y cuando por fin lo hace mi cuerpo débil por la falta de oxígeno me hace caer al piso. Toco mi cuello y levanto la cabeza viéndolo.

Es él.

Pero no es más el hombre que siempre me quiso. Este es un asesino dispuesto a matarme.

Me niego a creerlo.

Se prepara listo para dispararme. Me pongo de pie y con los ojos cristalizados le hablo.

—No te voy a atacar. Yo sé que tú, no eres tú.

Frunce el ceño y veo su mano temblar empuñando la pistola. La duda es clara en sus ojos.

—Si quieres matarme, hazlo.

Tomo el cañón del arma y lo ubico en mi cabeza. Por primera vez en toda la noche puedo ver una chispa de emoción en sus ojos, pero aún no me ve como antes lo hacía.

Es más duda que amor...

—Quiero que sepas que estos cinco años, jamás deje de amarte Matteo, y me arrepiento mucho de no habértelo dicho esa noche en la gasolinera cuando aún estabas consciente.

Levanto la mano mostrándole la pistola que usaba hace tantos años y sus ojos la ven por leves segundos, pero yo no la suelto.

Su dedo se mueve al gatillo y yo siento que puedo escuchar mis latidos. Justo cuando creo que me va a disparar, no lo hace. Retrocede dos pasos y sin bajar el arma, esta vez apunta a su papá mientras retrocede a paso rápido.

Mis ojos siguen sus movimientos y veo como saca una granada de su bolsillo. Atrapa el seguro con sus dientes y jala de esta lanzándola en nuestra dirección.

Mi instinto de supervivencia me hace correr en la dirección contraria al igual que Maximilian y sus hombres, estamos por salir del lugar y cuando la explosión nos alcanza, Max se lanza sobre mí recibiendo él todo el impacto y dejándonos a los dos sobre el asfalto.

Aturdida y con un zumbido molesto en los oídos, abro los ojos y diviso el humo que cubre todo adentro. Las sirenas de la policía se escuchan a lo lejos y Max, quien estaba sobre mí, se mueve dejándose caer a mi lado.

La sangre cubre parte de su frente, pero aun así se pone de pie y yo hago lo mismo. Ambos nos tambaleamos aturdidos, pero de soslayo veo las luces de las camionetas de policía.

Tengo algunos raspones en las piernas, pero lo ignoro.

—Debemos irnos. —Dice.

—No. No. Mi tío, no me puedo ir sin él.

—Él y Sareth están juntos.

Me asegura tocando la sangre que sale de su frente y le empapa los dedos. Siento una presión en el pecho y mis oídos aún tienen ese zumbido que casi no me permite escuchar.

Las camionetas nos rodean y Max se mueve a una de ellas. Lo sigo y en cuanto estamos adentro enciendo la luz tratando de ver de dónde proviene la sangre.

—No es nada. —Asegura.

—No, no digas eso.

Le muevo el cabello de la frente y solo veo la sangre salir, no es abundante, puede ser solo algo externo.

TUYO.Where stories live. Discover now