Capítulo 6

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Nasya

Era un día feliz para mí.

Regresaba del instituto después de un día de clases y tareas, pero todo terminó cuando miré a Artem después de su entrenamiento. Todo estaba bien con él o hasta más, sentía que de alguna forma nuestro lazo se había fortalecido. No hablamos de lo que sucedió anoche, ninguno de los dos tocamos ese tema pero no era motivo para que el ambiente fuera tenso, al contrario, todo estaba de maravilla.

—Hasta que por fin te veo la cara.

Detuve mi andar a las escaleras cuando mi madre salió del pasillo. Di un largo suspiro para mantener la calma, estaba de muy buen humor y no quería que mi día se arruinara ni por ella ni por nadie.

—¿Ahora qué, mamá?— miré como se acercó a mí.

—¿Ahora qué, mamá?— repitió.—¿Qué es ese tono de hablarme, niña?— me reprendió.

—Te lo digo porque siempre te la pasas atacandome.

—¿Y cómo no quieres que te diga algo?— se acercó más y retrocedí un paso.—Ayer te largaste sin mi permiso cuando te dije perfectamente que te quedaras. Y no solamente eso, también regresas hasta esta hora.

—En la mañana me fui con Galia al instituto— me encogí de hombros.—Aproveché.

—¿Aprovechaste?— me tomó del brazo y me jaló a las escaleras.—Yo te voy a decir que vas a aprovechar.

Subimos las escaleras, su agarre arrastrado a mi cuerpo por la prisa que llevaba mientras yo apenas podía seguir su ritmo. Cuando entramos a mí habitación me soltó y eché mi mochila sobre la cama rezando para que se fuera pronto.

Noté como me miraba. Sus ojos repasaban mi cuerpo desde mis pies hasta mi cabello con mucha atención, algo que me incomoda.

—¿Sabes? Eres muy hermosa, hija— dio vueltas a mi alrededor tal cual un tiburón con su presa.—Puedo entender perfectamente.

—¿A qué te refieres?— mi ceño se frunció y un escalofríos recorrió mi espalda cuando sus dedos se enredaron en mi cabello rojizo.

—Te voy a decir algo y espero que tu cabecita lo entienda perfectamente— dio dos goloecitos en mi sien derecha.—Siéntate— Me dejé caer en la cama y ella se sentó frente a mí en un sillón rosa.

Tenía un mal presentimiento. Sentí como mi corazón golpeó mi pecho con fuerza y como mi rostro se calentaba junto con mis orejas. Nada bueno podía salir de la boca de mi madre.

—Ayer vino el abogado de tu padre— inició y me tensé. Era un tema que no me gustaba.—Las cosas van de mal en peor, Nasya. La deuda que Petrov dejó a nombre de tu padre está creciendo demasiado y no podemos pagarla— su voz se fue quebrando y mis ojos ardieron.—Sí tu padre no paga lo más antes posible, será acusado de fraude y será llevado a la cárcel.

—No...— susurré y una lágrima bajó por mi mejilla.—Eso no puede estar pasando. Mi padre está demostrando su inocencia...

—¡Eso no ha pasado!— se altera y sus lágrimas bajan.—Está obligado a pagar la porquería que el imbécil de Petrov hizo.

—Mi papá no puede ir a la cárcel, ¡él es inocente!— golpeé ambos lados de mis piernas sobre el colchón, hundiendo mis puños en él.

—¡¿Y tú crees que no lo sé?! ¡por dios es mi esposo y el hombre que amo!

Tapó su rostro con sus manos. Su llanto reflejaba angustia, preocupación y dolor. Estaba igual de desesperada que todos por la situación en la que mi padre está y la entiendo. Comparto su tristeza y exasperación.

Cadenas de Mentiras Where stories live. Discover now