Capítulo 9

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Dimitrio

Estuve intentando todo el fin de semana sacarme de la cabeza a una peculiar chica de unos ojos azules hermosos y una cabellera rojiza que no ha hecho más que dar vueltas por mi mente desde que la miré por primera vez. Fue como un fuerte golpe a mi ser en el preciso momento en que puse mis ojos sobre ella, tan fuerte que no dudé en acercarme aunque en ese momento no supe su nombre pero por lo menos sabía que estudiaba en el mismo instituto donde yo proporcionaba becas, así yo conseguiría su nombre.

Fue una bendición al verla en casa de Sergei y enterarme que era su hija. Mi ciliegia estaba mucho más cerca de mi de lo que pensaba y notaba una atracción entre ambos, pero algo que no me agradó ha sido su rechazo. Entendí que es una niña para mí, pero me desconcertó la forma en que me abandonó en esa pista de baile sin decir nada después de que me ha dejado con las ganas de un beso suyo.

Estoy frustrado.

Pocas mujeres me han gustado en serio, y aunque esto suene poco creíble Nasya Ivanov me gusta y mucho. También es la única que me ha rechazado y eso ha herido mi orgullo masculino y muy profundo. Pero yo sé que puedo lograr algo con ella, solo tengo que esperar más y no salir de Rusia por un rato.

—Adelante— alzo la voz cuando la mujer de limpieza toca la puerta de mi despacho.

—Señor— saluda.—Hay una mujer que quiere hablar con usted.

—¿Una mujer?— frunzo el ceño sin entender y aunque mis ganas porque sea Nasya nacen, es imposible pero no las dejo morir hasta oír su nombre.—¿Cómo se llama?

—Olga Ivanov.

Me pregunto qué hace la esposa de Sergei aquí en mi penthouse en pleno lunes a primera hora. Admito que su esposa es bella, está claro que de ella Nasya heredó su belleza pero no me termina de agradar y dudo mucho que lo haga algún día.

—Dile que pase.

Se retira y cuando regresa lo hace en compañía de Olga. De inmediato su imagen me hace pensar en mi ciliegia. Las dos tienen los ojos azules, Olga los tiene más vivos, audaces como un depredador mientras que Nasya en ellos guarda una inocencia y fragilidad que me gusta. Por otro lado el cabello rojo de Olga la hace ver peligrosa, pero Nasya se ve tierna y más cuándo recoge su cabello en media coleta con ayuda de un moño.

Definitivamente me gusta la belleza de Nasya Ivanov. Mi ciliegia.

—Buenos días, Olga— saludé y me puse de pie.—Qué sorpresa tenerte aquí.

—Me apena haber venido sin avisar— se acercó y extendió la mano para saludarnos.

—No te preocupes— la solté.—Tú y tu familia son bienvenidos aquí.

En especial tu hija.

Sonreí por mi pensamiento, dando gracias a dios por no haberlo dicho en voz alta por el peso de mis palabras.

—Dime, ¿en qué puedo ayudarte?— tomamos asiento y la miré con atención.

—He venido en nombre de Nasya— mis sentidos se despertaron al oír su nombre.—Me contó lo que pasó el sábado mientras bailaban y no sabes lo avergonzada que está.

—¿Por qué no ha venido ella?— quise saber.

Sólo la he mirado tres veces. Aquel día en medio del campo de fútbol llamó mi atención su cabello encendido, la forma inexperta en que jugaba con ese balón y la esencia que ella desprendía me llevó a acercarme aunque el precio haya sido el balón en mi frente. Aunque no me arrepiento. La segunda fue breve cuando supe que era hija de Sergei y hermana menor de Vladimir, fue una muy hermosa sorpresa. Y la tercera fue el sábado, era la misma representación de un ángel, un ángel que bajaba del cielo hacia a mí.

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