Capítulo 8

116 10 1
                                    

Nasya

Con ayuda de unas pastillas para dormir fue como pude dormir anoche. Me sentía tan mal, tan culpable y traicionera. Si mi padre se enteraba de lo que estaba dispuesta hacer para ayudarlo se le caería la cara vergüenza y con bastante razón.

Doy vueltas en la cama cubriendo mi rostro con exasperación. Hace más de media hora me desperté pero no estaba de humor para ponerme de pie en estos momentos. Solo quería dormir y dormir esperando que los problemas se desvanecieran, cosa que no iba a pasar, por lo menos no así.

—¡Nasya!

Fruncí el ceño con descontento al escuchar la voz molesta de mi madre entrando a mi habitación. Cierra de golpe la puerta y gruño cuando siento la calidez del sol del día tocar mis cobijas cuando abre las cortinas.

—Tenemos que hablar.

—Ahora no mamá, por favor.

De repente sentí un tirón que me dejó descubierta. Me senté de mala gana sobre la cama y entrecerré los ojos por la luz.

—Pero por supuesto que vamos hablar. Anoche te dejé en paz pero hoy si me vas a escuchar— lanzó las cobijas al suelo y se mantuvo parada frente a mi cama con firmeza.

—¿Y ahora qué?— pregunté exasperada. No hacía más que estar sobre mí. No me dejaba respirar tranquila.

—¿Eres consciente de lo que hiciste anoche?— sus palabras salen lentas, pero filosas.—Dejaste a Dimitrio parado en el centro de la pista, ¡por dios, niña!

—¿Y?— me encogí de hombros.

—¿Y?— repitió.—¿Eres estúpida o te haces? Anoche tú y él se miraban muy bien. Se nota que avanzaron pero con eso que le hiciste acabas de echarlo a perder todo.

—Necesitaba un respiro— frote mis manos en mi rostro y me puse de pie.

—¡Pero no así! Lo que hiciste fue una grosería.

—¿Y no te parece una grosería lo que queremos hacer con él?— le pregunté.—Porque para mí es la peor de las porquerías— mis ojos se llenaron de lágrimas tan temprano.

—No seas dramática. Yo anoche te miré muy cariñosa con él, mucho más para ser la primera vez.

—Es lo que quieres que haga, ¿no?—  una lágrima bajó lentamente.—Qué me venda.

—Tampoco lo digas así— negó con el dedo índice.—Sólo te estás dando una oportunidad con él. Yo estoy segura que te puedes enamorar...

—¡Yo no me voy a enamorar de él!— grité exasperada.

—¡¿Por qué no?!

—¡Porque tengo novio!— mi pecho dejó de doler al soltar eso que tenía guardado desde hace dos años. Lo que dolió fue mi mejilla derecha cuando su mano me dio una bofetada que giró mi rostro con violencia. El ardor se expandió por todo mi rostro del lado derecho y las lágrimas surgieron.—¿Qué te pasa?— susurré dolida.

—¿Qué te pasa a ti? Por dios Nasya no puedes ser más idiota— me tomó de la nuca y me miró fijamente a los ojos.—¿Desde cuándo eres novia de otro?

—Desde hace dos años.

Su rostro se contrae en una mueca de desagrado total. Sus ojos se esfuercen más hasta el punto de quemarme viva.

—¿Cómo pudiste ocultarnos algo así?— dijo entre dientes y aumentó su agarre en mi nuca provocando un jadeo de dolor de mi parte.—¿Quién es el malnacido?

—No es ningún malnacido— lo defendí.

—Sí lo es— escupió con asco.—Sino lo fuera hubiese venido desde hace mucho a hablar con tu padre y no lo ha hecho. Eso Nasya, es un acto de un niño inmaduro y te exijo que me des su asqueroso nombre.

Cadenas de Mentiras Where stories live. Discover now