La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde tierno se mecen al compás de la brisa, la tierra debajo de estos se moteaba de la sombra de las temblorosas hojas. Las flores amarillas, brota...
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La batalla en los campos de Pelennor estaba a punto de llegar a su fin. Las tropas del enemigo estaban disminuyendo notablemente, y cuando por fin el ocaso llegó las montañas y colinas de alrededor parecían tintas en sangre; las llamas rutilaban en las aguas del río, y las hierbas que tapizaban los campos del Pelennor eran rojas a la luz del atardecer. A esa hora terminó la gran batalla de los campos de Gondor; y dentro del circuito del Rammas no quedaba con vida un solo enemigo.
Stella suspiró de alivio más que de cansancio, contenta con el esfuerzo realizado por todos. No se había dado cruce con nadie de la Compañía excepto Gandalf, quien ahora se acercaba a ella.
— Mi querida Stella — dijo Gandalf acercándose — La batalla en los campos de Gondor al fin ha terminado.
— Si, hemos tenido perdidas, pero las hemos vengado, y triunfado — dijo Stella alegre.
— Así es, has desempeñado un buen papel en Minas Tirith — dijo Gandalf — Sabía que podrías hacerlo, ahora vamos de vuelta a la Ciudadela, el resto se nos unirán pronto.
...
Pronto Stella y el resto se encontraron en la casa que les había dado Denethor a ella y Pippin. Algunos hombres que habian combatido junto a Stella se acercaban a ver como estaba y saludarla, y agradecerle por salvar a Faramir:
— Veo que has hecho una magnífica labor Stella — dijo Aragorn — o debería decir "mi señora Nuvanna"
Stella y Aragorn rieron ante la broma:
— No, creo que mis oídos quieren descansar de escuchar mi propio nombre — dijo Stella riendo.
— ¡Cuéntanos! ¡Escuché en batalla que te enfrentaste sola al Señor de los Nazgûl! — dijo Gimli colocando su casco junto a sí.
— Si, a la entrada de Minas Tirith, pero no fui yo quien le dió el golpe de gracia, esa es una hazaña que pertenece a Eowyn hija de Eomund. — dijo Stella sonriendo — Yo solo ayudé un poco.
— ¡Pero contadme ustedes sobre su viaje! Y el ejército que habéis traído con vosotros, es... peculiar.
— ¡Ya lo creo! ¡Son muertos! ¡quién lo diría! — dijo Gimli.
— Aragorn nos guió — dijo Gandalf — Cabalgamos cuatro días y cuatro noches, sin tomar muchos descansos, temía que no pudiésemos llegar a tiempo a asistirlos en Minas Tirith.
— ¡Ese pájaro que enviaste en el tercer día fue todo un evento! — dijo Gimli.
Stella río — ¿¡De que otra manera iba a enviar mis quejas sobre Denethor!?
— Debo admitir que entre tanta niebla, pensé que era un espía enemigo — dijo Legolas, quien había estado callado por un rato, pues no podía creer que al fin se había vuelto a reunir con ella, y que ambos estaban sanos y salvos, juntos.
