La Tierra Media, de esplendor inconmensurable, árboles con hojas color verde oscuro, otros con hojas verde tierno se mecen al compás de la brisa, la tierra debajo de estos se moteaba de la sombra de las temblorosas hojas. Las flores amarillas, brota...
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Los días pasaron, y el jubilo y la alegría bañaban la Tierra Media, sobretodo Minas Tirith. Los Diez Compañeros que habían partido de Rinvendel se hallaban de nuevo juntos a la espera de la coronación del Rey Elessar, pasaban sus días conversando y paseando por la ciudad a su antojo.
— Después de la coronación de Aragorn deberíamos llevar a Gimli a las cavernas del Abismo de Helm — comentó Stella a Legolas, quien sujetaba su mano.
— Claro — contestó Legolas — Prometí llevarlo, temo que si no cumplo con mi promesa ese viejo enano me hará pagar.
Stella río, y Legolas pronto se unió a su contagiosa risa, era ligera y airada, sin preocupaciones, alegre. El elfo reparó en sus ojos, y en la forma en que estos se cerraban al reír. Alzó una mano y coloco detras de su oreja un mechón de cabello, Stella le sonrió y él sintió como su corazón revoloteaba ante solo una sonrisa.
— ¿Qué quieres hacer ahora? — preguntó Stella a Legolas, quien sujetaba su mano mientras ella caminaba sobre uno de los muros de la ciudad.
— No lo sé — respondió honestamente Legolas, y después de unos segundos se giró hacia ella.
— Stella — llamó dulcemente y la chica no tardó en mirar hacia su dirección — Yo quisiera cortejarte de la manera propia.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó la chica bajando del muro, no sin recibir la ayuda de Legolas, quien la sostuvo de las caderas y la dejó cuidadosamente en el suelo frente a él.
Legolas tomó sus manos:
— Quiero decir, que te amo — dijo con franqueza — Antes no habíamos admitido nuestros sentimientos por la situación que nos rodeaba, pero ahora, quiero gritar al mundo que te amo y celebrarlo como es debido, como mereces, merecemos. Desde el dia de hoy, quisiera comenzar un cortejo oficial....
Stella le sonrió y asintió:
— Me parece bien, yo también te amo — dijo sonrojandose — Pero sigo sin entender a que te refieres, creí que
Legolas sonrió, y acarició su rostro con ternura y tomando una de sus manos dijo:
— Stella, no se en que momento dejó de ser simple curiosidad y pasó a ser algo más, algo más intenso. Fue un proceso paulatino, pero en el momento en que comencé a amarte dejé de tener ojos para cualquier mujer, elfa o criatura en el mundo. Cada día que despertaba pensaba que no podía enamorarme más, pero me has probado equivocado. Eres mi gravedad, todo lo que me sostiene a este mundo, por si aceptas quiero que el día en que la Compañía se separe, anunciemos a nuestros amigos y a mi familia nuestro compromiso.
Stella estaba sin palabras, su corazón martilleaba en su pecho incesante, la emoción se desbordaba en ella.
Legolas al ver que no contestaba se separó unos pasos y comenzó a elaborar rápidamente:
