Capitulo 4: El hilo invisible

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En este mundo, somos solo nosotros, sabes que ya no es cómo era antes- Harry Styles, As it Was.

Bennett

No solía creer en la magia, siempre había confiado en la lógica y la razón, en los hechos comprobados por la ciencia. Tampoco creo demasiado en el destino, pienso que muchas personas hacen uso de esa palabra para esperar que las buenas cosas sucedan, en lugar de abrirse camino por sus propios medios. En mi casa no nos reuníamos los domingos, ni nos tomábamos de las manos antes de comer, ni siquiera nos reuníamos para nada más que acción de gracias, navidad y el año nuevo, solo porque a mi madre le gustaba hacer cenas con sus amigos para aparentar que éramos una familia perfecta y tan solos nos juntábamos para sonreír para las fotos. Nadie me decía que pidiera un deseo al soplar la vela del pastel tras cantar el cumpleaños feliz, mucho menos lanzar una moneda a una fuente o pedírselo a una estrella fugaz. Tampoco solía creer que eso de las almas gemelas fuera algo real verdaderamente, todas esas cosas parecían absurdas. Sin embargo, todo había cambiado al conocer a Abby, un constante misterio sin resolver que había llegado cuando menos lo había esperado, desafiando toda explicación científica y a todo le había dado vuelta. 

Ella sí que creía en las almas gemelas, creía en el destino y pedir deseos a las estrellas.

No era un creyente, pero por ella me replantearía cualquier enigma del universo. Quizás sí que existía algo más allá de lo tangible después de todo. Quizás la magia y el amor eran fuerzas reales que podían cambiar el mundo, quizás los deseos sí que se cumplían si creías en ellos con mucha fuerza. Quizás el destino nos había juntado porque de verdad estábamos destinados a estar juntos, estaba escrito en las estrellas. No lo sabía del todo, tal vez nunca tendría una explicación científica para ello, pero creía en ella, en el amor que sentía por ella.

Creo que Abby sabe lo que es desear algo demasiado y sentirse decepcionada, por eso había creado su propio mundo y vivía tranquilamente como una Alicia perdida en el mundo de las maravillas, rodeada de todas las cosas en las que creía y las convertía en historias que eventualmente se convertirían en un lugar seguro para millones de personas que las leían. Por eso ahora no era extraño que me platicase sobre alguna teoría del hilo invisible que unía a las parejas enamoradas cuando le había enviado una fotografía de una feria en el parque de diversiones de la ciudad en la que aparecía junto a Alya y Abby comentó haber estado en esa misma feria ese mismo día. 

Un año atrás habría dicho que solo era una coincidencia, pero esa era una idea maravillosa, pensar que nuestra conexión trascendía la realidad física y nos mantenía unidos, un símbolo de su amor inquebrantable.

Creo que tiene sentido que a pesar de vivir en la misma ciudad no nos conociéramos hasta el momento en que lo hicimos—piensa en voz alta.

—¿Y eso por qué?

Es la teoría del hilo invisible, Archer Bennett—dice al otro lado del teléfono—, coincidimos un millón de veces antes pero no nos habíamos dado cuenta. Estábamos destinados a estar juntos, pero ninguno estaba preparado, pero esta hilo invisible nos guiaba hasta que logramos encontrarnos.

—Y dices que estamos unidos por este hilo—me imagino la idea de la cuerda invisible a medida que trazo un lápiz por una hoja en blanco. 

Escucho atentamente, permitiendo que sus palabras me envuelvan, una sensación de paz me recorre, como si estuviese escuchando un cuento para dormir. Hablar con Abby siempre surtía ese efecto, como adentrarse a un paraíso donde la magia existía y podías encontrar nuevas razones para creer en lo extraordinario.

Por supuesto, nos atrae cuando estamos cerca el uno del otro y cuando estamos separados, el hilo se estira, pero nunca se rompe. Siempre estamos conectados, incluso a distancia—explica—. ¿No es lindo pensar en esa teoría? La estoy usando para la trama de uno de mis libros...

Peonias en otoñoWhere stories live. Discover now